Su historia y su obra

La riada ha movilizado las fuerzas humanas; son las fuerzas de Orden Público las
que en arriesgadas operaciones multiplican las intervenciones de salvamento. A cuestas
sacan las personas de los lugares amenazados, con la muerte rondando; cuerdas,
barquichuelas improvisadas, cuanto flota puede convertirse en anda de salvación. Se
inundan las centrales del Grao y las de la Calle Salamanca; también los transformadores
subterráneos de electricidad. La oscuridad aumenta el pánico de aquellas horas
apocalípticas. El servicio de agua queda cortado también. Las redes de servicios públicos
quedan pulverizadas en muchos tramos. El río llega, calles adentro, hasta la Plaza del
Caudillo, hasta la Plaza de San Jaime, atraviesa el barrio del Carmen hasta la calle de la
Paz, hasta los barrios modernos de la Gran Vía (17).
Trescientas casas fueron destruidas en el barrio de Nazaret; del cementerio del
Grao, cuyas paredes han sidobarridas por las aguas, anegando nichos y sepulturas, salen
en macabro acontecer cadáveres y ataúdes en imponente revoltijo que van a depositarse en
rincones y muros de contención todavía no aterrados por el líquido huracán.
Hay ahogados por toda la ciudad. Son nifios, hombres y mujeres que han recibido el
primer aviso con la invasión de sus casas por la ingente tromba y no han podido evadirse.
Antes de las dos de la madrugada la riada había arrebatado la vida a veintiún seres
humanos. Las unidades de salvamento fueron impotentes para socorrer tantos casos de
siniestro y las propias fuerzas físicas no fueron suficientes para superar el empuje de una
corriente muchas veces superior. Se dieron sin embargo casos de verdadero heroísmo.
3.2.— ESTREMECIDO AMANECER DEL DIA 14
La luz de la aurora fue alumbrando los efectos y desgracias que la oscuridad de la
noche no había permitido apreciar. Las aguas habían disminuido su volumen y casi
habían vuelto a su cauce, pero el lastre de barro y fango con materiales diversos
entreverados en su masa hacia imposible cualquier intento de recuperación. Enormes
balsas y lagunas rinconeras ocultaban lo que había debajo.
El Gobernador Civil y el Alcalde que se habían reunido en la Comandancia de
Marina para dirigir desde allí las operaciones de salvamento, allí quedaron aislados por
las aguas. Pronto se reintegraron a sus respectivos puestos; el Director General de la
Vivienda, accidentalmente en Valencia, se hizo cargo, de momento, de la situación en el
Gobierno Civil.
La paralización de la ciudad era absoluta. No se publicó la Hoja del Lunes; los
talleres gráficos de Las Provincias, donde se editaba, estaban invadidos por la riada. No
hay tráfico ni medios de locomoción, no se fabrica pan, no funciona la vida comercial. A
pie y aisladamente se mueven algunos grupos, que salvando mil obstáculos desfilan
cargando sobre sus hombros los enseres comunes que la invasión de agua les permitió
salvar. La ciudad es un acervo de cosas inútiles: automóviles volcados unos encima de
otros, troncos, ramaje, enseres domésticos retorcidos por los golpes, todo en un informe
montón coloreado de barro y lodo ocre. No hay luz ni agua potable, porque la presa de
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