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Su historia y su obra

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la cuestión social (112). Aunque la monarquía de Amadeo ¡ decretó la ilegalidad de la<br />

A.I.T., en ese año contaba ésta en la región con 23 federaciones locales que agrupaban a<br />

los oficios más diversos: zapateros, carpinteros, tejedores, albañiles, pintores, etc. Los<br />

centros más importantes estaban en Alcoy (donde había unos 2.000 federados), la ciudad<br />

de Valencia (con un número que oscilaba entre 1.600 y 2.000) y Cocentaina (con unos<br />

300). Al producirse en el congreso de Córdoba la ruptura entre bakuninistas y marxistas,<br />

los primeros mantuvieron un claro predominio, y Alcoy fue elegida como sede de la<br />

directiva anarquista mientras que en Valencia quedó un Consejo Federal de la tendencia<br />

marxista. En el año 1873 se entró con un amplio movimiento de huelgas en las dos<br />

ciudades.<br />

Pero en este mismo año se llegaba igualmente, con la proclamación de la Primera<br />

República, al momento crítico en el proceso de la revolución política, que había rebasado<br />

el ensayo demoliberal de la monarquía amadeísta. Había tenido ésta que hacer frente<br />

(desde abril de 1872) a una nueva guerra carlista que en Valencia intentó desencadenar<br />

Dorregaray pero que sostuvieron jefes de partidas como Cucala, Segarra y otros. Ello daba<br />

fe de la persistencia de unas condiciones sociales e ideológicas que el nuevo Pretendiente,<br />

Carlos VII, pretendió vanamente apuntalar con la promesa, inspirada en las ideas de<br />

Aparisi, de una.re<strong>su</strong>rrección de los fueros del Reino. De hecho, el carlismo valenciano<br />

había tenido desde 1868 un “vertiginoso crecimiento”, pero ello se debía a que el curso<br />

revolucionario había lanzado a <strong>su</strong>s filas a sectores conservadores de la burguesía (113). La<br />

guerra civil fue heredada por el nuevo régimen republicano —al que dejó paso una<br />

monarquía minada por la falta de entendimiento entre progresistas y demócratas— pero<br />

que agregaba a aquella dificultad la reserva hostil de la burguesía, la agitada situación<br />

obrera y la propia división del federalismo, cuya ala “intransigente” no quería esperar a la<br />

elaboración constitucional propugnada por Pí y Margall. Aunque en Valencia el partido<br />

federal pareció <strong>su</strong>perar anteriores disensiones, como las elecciones municipales del 12 de<br />

junio dieron lugar a un Ayuntamiento bastante moderado, los “intransigentes” se<br />

lanzaron a la revolución cantonal (114). Los factores políticos se entrelazaban con los<br />

sociales, que en Alcoy llevaron a la creación de una Junta Revolucionaria Internacionalista<br />

y a un motín en el que fue muerto el alcalde republicano Albors (7 de julio). En Valencia,<br />

la Junta Revolucionaria elegida el 19 de julio por la Milicia Nacional proclamó el Cantón<br />

Valenciano (al que se adhirieron Alicante y muchos pueblos, pero no Castellón) y adoptó<br />

una actitud moderada, de acuerdo con <strong>su</strong> composición heterogénea, que iba desde el<br />

marqués de Cáceres, presidente de la Liga de Propietarios, al cabecilla popular “el<br />

Enguerí”, pasando por intelectuales como Boix y Pérez Pujol y el mismo Presidente de la<br />

Junta, que era el catedrático de Bellas Artes Barrientos; de ahí que se cuidase de precisar<br />

que no quería “hacer la revolución social ni atender contra los intereses económicos, ni<br />

conculcar los sentimientos morales y religiosos...”. Pero una rápida radicalización<br />

excluía de la Junta, días después, a Cáceres, Boix y Pérez Pujol, e integraba en la misma a<br />

dos internacionalistas. Los problemas sociales se imponían, y aunque la Federación<br />

Regional de la A.I.T. no participó como tal en la revolución, parte de <strong>su</strong>s afiliados lo<br />

hicieron por iniciativa individual, y parece que los elementos marxistas actuaron del<br />

mismo modo (115). Contra la Valencia cantonal se dirigió un ejército mandado por el<br />

general Arsenio Martínez Campos, al que el gobierno de Salmerón había nombrado<br />

Capitán General, el cual, tras bombardear la ciudad, entró en ella el 8 de agosto por la<br />

puerta de Quart.

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