Su historia y su obra

fueron más de treinta y ocho mil las operaciones realizadas, lo que supuso un movimiento
de capital de 16 millones de pesetas.
Las operaciones primeras y más típicas del Monte de Piedad son los préstamos sobre
alhajas, ropas y efectos análogos. Tras el gran impulso que se registraba en este tipo de
operaciones en 1882 siguió un cierto• estancamiento durante el año siguiente. El
movimiento de empeños sobre ropas experimentó cierta disminución —180 partidas y
7.341 Rvn. menos— que según opinión de la Junta de Gobierno se debió a la “situación
próspera de la clase obrera”.
El año 1885 fue un año calamitoso, lo que hace pensar en el gran movimiento que
debió registrarse en el Monte. Sin embargo no fue así. Sólo se registró el empeño de 5.377
partidas más que el año anterior, de ellas 2.180 de ropas. Ello se debe a la prohibición que
hubo de empeñar prendas de lana desde que se presentó la epidemia, lo que debió suponer
un bajón considerable del número total de ropas empeñadas, pues precisamente ese tipo
de prendas de lana —colchones, mantas, capuchas, capas, trajes, refajos, etc.— suponía
aproximadamente el 30% del número total.
La disminución del número de partidas de ropas empeñadas es en 1886 de más de
cuatro mil quinientas, que se interpreta como “dato consolador que significa algún mayor
bienestar en las clases pobres” (37).
En el año 1899 funciona la sucursal en la que se realizaron 3.700 partidas por
47.000 ptas. Se llamaba a esta sucursal la “Casa de la Mare de Deu” porque en el rótulo
que la anunciaba se pintó la imagen de la Virgen para que los que no supieran leer no la
confundieran con una casa de préstamos de las que abundaban por la zona.
En 1894 se hicieron un total de 129.666 operaciones y los beneficios por intereses y
derechos de tasación alcanzaron las 233.000 pesetas.
Junto a esta sección estaba la de Almonedas. Esta sección era como la piedra de
toque para reconocer si las regulaciones de los préstamos por los peritos tasadores
alcanzaban o no el máximo a que los empeñantes debían aspirar. El mayor problema lo
presentaban generalmente las alhajas de mucho valor; por ello en 1895 se dieron medidas
para restringir este tipo de préstamos, prohibiéndose prestar sobre alhajas de gran valor a
no ser que respondieran a verdaderas necesidades.
Hay dos tipos de préstamos que van a imponerse a partir de estos años: los
préstamos sobre fincas y los préstamos sobre valores. Ambos serán las válvulas de escape
para dar salida a los excedentes de capital; ambos van a permitir que la Caja de Ahorros
pueda admitir mucho más dinero de lo que podría si únicamente tuviera que hacer frente
a las operaciones del Monte antes reseñadas.
Los préstamos sobre fincas ofrecían la ventaja de su cuantía y la dificultad cte la
tasación de la finca. En 1883 se concedieron 20 por 679.000 reales. De ellos 3 a labradores,
3 a propietarios, 9 a industriales y 5 a hacendados. El año siguiente el número ascendió a
26 y en 1885 se triplicó este número como consecuencia de la crisis ya apuntada, siendo
además casi la mitad de ellos por cantidades que no excedían los diez mil reales.
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