Su historia y su obra

El Edificio Glorieta, tras la riada.
El 4 de noviembre quedaba habilitado el edificio de la Central para el servicio del
público, con tal amplitud de despachos que garantizaban una total atención. En el
ínterin, desde el mismo día 14, fecha fatídica de la inundación, fueron atendidos en las
sucursales urbanas que se libraron del azote, los clientes de las oficinas paralizadas por la
invasión del agua.
Toda España y muchos países extranjeros organizaron socorros de todo tipo,
especialmente en metálico, para ayudar a los damnificados. La recaudación de lo obtenido
iba llegando a la Junta de Autoridades, presidida por el Capitán General de la Región. El
26 de noviembre entregó éste a la Junta de su presidencia todo lo recaudado. La Junta de
Autoridades solicitó de la Caja el encargo de su distribución. Aceptó la Entidad tan
honroso cometido y el 27 de diciembre daban comienzo los repartos. A través de la Central
y de las Agencias y Sucursales diseminadas por el casco urbano y la provincia se fue
efectuando la entrega con ejemplar exactitud, orden y desinterés, aunque como trabajo
supuso organizar una vasta cadena de servicios y añadir cruentas horas de labor. Fueron
entregados bonos canjeables por mercancías, objetos y enseres en cualquier comercio;
según los daños sufridos y su posición económica, recibe cada familia bonos por valor de
dos mil, cuatro mil, ocho mil, doce mil o veinte mil pesetas. El éxito es que Valencia
recobrara su pulso, sin dar asiento al pesimismo; estaba confiado a la rapidez y en este
sentido la celeridad fue el máximo bien desplegado. La Caja fue consciente de que en la
velocidad para atenuar los males descansaba la mejor parte de su pasado y su porvenir.
Ahí radica el hecho de que la ciudad reconociese más tarde que la Caja de Ahorros había
sido la que en una medida muy colmada había contribuido a aminorar sus males.
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