Su historia y su obra

suspensión del trabajo en muchas industrias, por las moratorias acordadas por las
naciones beligerantes, que privaron a muchos españoles y a la mayoría de los extranjeros
residentes en España, de sus recursos.
La Junta de Gobierno de la Caja puso en vigor el artículo 116 de los Reglamentos
que fija la escala a que debían sujetarse los reintegros en casos de excesiva demanda.
Para precaver este excesivo aumento un crédito del Banco de España, con la
garantía de efectos públicos, ayudó a conjurar el conflicto.
Hubo necesidad de suspender nuevos préstamos hipotecarios y de valores públicos
y limitar los de ropas y alhajas a la cantidad de cien pesetas.
No menos interesante fue conquistar la mesura de los que sin elementos de juicio
pudieran incurrir en el descrédito de la Institución a causa de las medidas de precaución
que se vio obligada a tomar. La prensa de Valencia realizó este ponderado servicio y
contribuyó a que las providencias puestas en práctica, fueran recibidas con comedimiento
y madurez (11).
Bajaron las operaciones todas, salvo los créditos hipotecarios a los que los venían
disfrutando. Habían aumentado éstos en más de un millón de pesetas, ante la crisis
monetaria que ya se advertía antes de la guerra y por haber suspendido el Banco de
España la concesión de créditos personales (12).
A pesar de todo, los negros presentimientos del verano de 1914 menguaron. La
neutralidad de España impuso serenidad y al cerrar el ejercicio del trágico 1914 la Caja
podía estampar esta circunspecta declaración:
“El Establecimiento, que durante unos días se vio amenazado por
aquella gran borrasca que condensé el miedo, y cuyas oleadas de pedidos
de cantidades impuestas amagaba arrollarlo todo, puede ya contemplar a la
luz clarísima de un cielo más sereno cómo han bajado las aguas, y, libre
de impurezas la superficie, se encuentra más segura y firme en su
existencia” (13).
No era posible, sin embargo, erradicar totalmente los efectos de la guerra,
siempre coléricos y sorpresivos mientras dure. En el año 1915 decía:
“perturbado aún cuando vive y prospera al amparo de la tranquilidad,
transcurrió éste en medio de una crisis económica tan intensa o más que el
anterior, no por resignada y prudente menos sensible, y especialmente en
nuestra región, cuya principal riqueza, la naranja, constituye en la mayor
parte de los pueblos la abundantísima fuente de ingresos que después de
asegurar en tiempos bonancibles una vida holgada a sus moradores les da
medios para atender a un incierto porvenir” (14).
La crisis naranjera, en efecto, originó un exceso en los reintegros de libretas de
ahorro superior a lo ingresado por el aumento de las imposiciones a plazo fijo de la clase
más adinerada.
Cierto equilibrio de economía permitió a la Institución facilitar créditos a pequeños
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