Su historia y su obra

1.— EL PLAN DE. ESTABILIZACION
Y EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACION
DE VALENCIA
Como se ha venido afirmando, el Plan de Estabilización de 1959 supuso un cambio
fundamental en la política económica que se venía adoptando en el Estado Español desde
que finalizó la Guerra Civil. Indudablemente las destrucciones ocasionadas por la
contienda y la situación internacional creada como consecuencia de la II Guerra Mundial,
coadyuvaron a que se aplicara una política económica de signo nacionalista, que abriría la
denominada etapa de la autarquía española.
La pretensión de lograr la autosuficiencia económica y la independencia política
frente al exterior era el principio inspirador del programa de actuación económica, cuya
puesta en marcha iba a exigir una intensa intervención de la Administración entendida
“como voluntad del Estado en orden al control total sobre la economía” (1). De esta
forma, el establecimiento de cupos y contingentes al suministro de materias primas, la
concesión de permisos para la implantación de industrias, el régimen de licencias para las
operaciones de comercio exterior, el control de salarios e incluso la fiscalización de
beneficios y precios, etcétera, constituían los controles administrativos en orden a
garantizar el proceso autárquico.
Al final de los años cuarenta esta vía de actuación político-económica comenzaria a
dar muestras de agotamiento. La serie de escaseces de bienes primarios de primera
necesidad, como cereales y cárnicos, así como fertilizantes y abonos para el campo,
primeras materias, bienes de equipo e intermedios para la industria, afectarían
seriamente a la actividad económica, provocando toda serie de rigideces y estran
gulamientos. Como consecuencia lógica de ello apareció el mercado negro que aunque
confiriese cierta flexibilidad a la actividad productiva, conllevaba, de hecho, el subcon
sumo efectivo de grandes capas de la población española y ponía un estrecho límite al
crecimiento posible de la producción.
La inviabilidad del modelo autárquico era tal que en 1950 todavía no se habían
recuperado los niveles de producción de preguerra. La necesidad de una nueva orientación
de la política económica era imperiosa y ya en 1951 el nuevo ideario económico formulado
apuntaba hacia la “sustitución del ideal autárquico por la aceptación de la necesidad
irrenunciable del intercambio internacional” (2).
La confianza en el mecanismo de mercado para la eficaz asignación de los recursos
económicos y en la iniciativa privada conferían a la economía española un talante más
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