Su historia y su obra

(51) Ibíd., 247. Los datos sobre los compradores en p. 237 y ss. Resultó ineficaz el intento de dar a la operación
un mayor alcance social mediante la subdivisión de las fincas y el aumento de las facilidades de pago.
(52) M. Ardit recoge (en “Revolución burguesa... “, 402-3) el testimonio del historiador marqués de San
Román en el que se afirma que en los pueblos valencianos (y aragoneses) “por miles se contaron las familias
acomodadas que desde el principio, y después, en lo más ardiente de la guerra, emigraron para no favorecerles
(a los carlistas), y apenas había persona de hacienda, influyente o ilustrada, que no se afiliase a la causa de la
reina y la libertad”.
(53) A este decreto le atribuyó importantes consecuencias económicas E. Giralt: “Problemas históricos de la
industrialización valenciana”, en “Estudios Geográficos”, n° 112-113 (1968), 384-5.
(54) Olcina, Evarist: “Carlisme iautonomía alPaís Valencia”, V. 1976, p. 33 y ss. Este autor recoge los datos de
la obra “Vida y hechos de losp,inc;pales cabecillasfacciosos” (Valencia, 1840), según los cuales “de 25 jefes, 14
eran jornaleros, y el resto de extracción modesta (pequeños terratenientes de secano); casi o totalmente
analfabetos 13, con una elemental cultura de primeras letras, 10; y con estudios eclesiásticos (casi los únicos a
que podía aspirar el proletariado agrícola) solo 2, aparte, naturalmente, de Cabrera...” (p. 36). Más dudoso
parece que hubiese desde el principio una reacción consciente contra la desamortización, aunque es evidente
que la población rural más pobre era fácilmente dirigida por “el bajo clero secular y monacal” (p. 44-45).
(55) Aunque ya hubo algún chispazo de rebeldía antes de la muerte de Fernando VII —el del fraile capuchino
Lorenzo de Bélgida y el comandante de Voluntarios Realistas José Armengol, que proclamaron a Carlos V en
Valencia en octubre de 1832—, fue tras aquélla cuando se inició realmente la facción, con el motivo inmediato
de la orden (25 de octubre de 1833) para que fuesen desannados los Voluntarios Realistas, lo que quiso llevarse a
cabo al tiempo que se organizaba rápidamente la Milicia. Algunos Voluntarios se resistieron al desarme y,
reuniéndose en Burjasot, proclamaron a Carlos V. Por los mismos días surgían ya distintas partidas por las
comarcas valencianas.
(56) Sebastián Domingo, E., ob. cit., pág. 409; “La transición de la cuestión señorial a la cuestión social en el
País Valenciano”, V., 1970-71 (tesis doctoral inédita), 1, p. 126. Para este investigador el motín del 5 de agosto
pudo ser una anticipación popular para hacer abortar un pronunciamiento militar en connivencia con los
carlistas o una medida preventiva contra una conspiración “exaltada”. Las clases populares habrían rebasado la
acción de la Milicia burguesa pero, en todo caso, el motín trascendería a una condición revolucionaria porque
llegó a ser una “revolución jurídica”, aspecto éste capital en la revolución burguesa ya que ésta necesita-según
tal interpretación— “para derribar la sociedad feudal y edificar la capitalista, la eliminación previa de la
compleja trama coercitiva que constituye la superestructura del régimen señorial” (“Crisis de los factores.. “,
402-403).
(57) Boix, Vicente: “Historia de la ciudady Reino de Valencia”, V., 1845, III, pág. 451. E. Sebastiá opina que
la información que Boix da sobre el papel decisivo que en la formación del partido republicano jugó una
sociedad secreta carbonaria se debe a una interpretación romántica (“La transición... “, 37-40), y cree que el
surgimiento del republicanismo se fundamenta en la decepción que en muchos sectores populares produjo la
promulgación de la Constitución de 1837, que significaba un retroceso respecto al liberalismo de la de 1812.
Recoge igualmente (de la obra de Tramoyeres sobre la prensa valenciana) la temprana aparición de periódicos
republicanos en Valencia: los titulados “Satanás” y “El denunciador”, publicados en 1836 y 1837.
(58) Teixidor, 292.
(59) Sanchis Guarner, 442-445.
(60) Sancliis Guarner, M.: “Renaixença al País Valencia”, V. 1966, p. 19 y ss. R. Blasco Laguna escribe que
“no es posible reducir a un rígido esquema las preferencias de los autores valencianos”, siendo evidente la
influencia de Chateaubriand, superior a la de Walter Scott (“Romanticismo”, en “Gran Enciclopedia de la
Región Valenciana”, V, 1973, X, 93).
(61) Sanchis Guarner, “Renaixença... “, pág. 25. J. Iborra se pregunta (“La novella al País Valencia”, en
“Arguments”, n° 3 (1977) por qué este romanticismo valenciano no dio origen a un renacimiento lingüístico y
cultural de mayor alcance, pero solamente apunta que su orientación subjetivista y su desviación de las
realidades sociales se debió a que se daba en una comunidad con vínculos poco fuertes y una memoria colectiva
oscurecida. Francisco Almela y Vives se ocupó de “ElLiceo Valenciano”( Castellón de la Plana, 1962), así como
de las figuras de “El bibliógrafoJusto Pastor Fuster” (Madrid, 1945) y “El editor don Mariano de Cabrerizo”
(V., 1949); Carola Reig lo hizo, por su parte, respecto a “Vicente Salví, un valenciano de prestigio
internacional” (Valencia, 1972).
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