Su historia y su obra

Para otras se tuvieron en cuenta circunstancias locales o regionales. Así, por ejemplo, el
regadío, la navegación y el comercio fluvial en Tortosa; el desarrollo de la industria en las
cuencas de los ríos del Pirineo Aragonés; la colonización de zonas fértiles, pero
escasamente cultivadas en la zon. murciana; la potenciación de algunos puertos
mediterráneos como Málaga y Almella; la multiplicación del cultivo en tierras estancadas
en Galicia: lino, cáñamo y frutas, además de los habituales de centeno, trigo, maíz, mijo,
avena, etcétera.
Otras fomentaron tareas especiales dentro de unas actividades de incumbencia
general como eran las escuelas públicas, en sus diferentes grados, orientadas a la
enseñanza de la economía y la promoción de la riqueza y el trabajo. Estas escuelas las
costeaban las Sociedades con sus únicos ingresos, las cuotas de sus socios (120 reales al
año, la de Valencia) o donativos particulares. Los párrocos representaron una excelente
colaboración.
Enseñanzas específicas tenían: mecánica teórica y práctica, Madrid; dibujo:
Granada, Talavera, Tárrega, Segovia, Veléz-Málaga, Zamora; matemáticas: Palma y
Zaragoza; arte de tejer: Granada para la seda y Segovia para la lana; escuelas de
agricultura: Zaragoza y Granada; fábrica de estampados de papel: Madrid; fábrica de
indianas y medias de estambre: en Granada y Soria respectivamente; tejidos en Grnada y
alfarería en Ciudad Rodrigo. Compañías de comercio: en Granada y Palma; regadíos: en
Tárrega a través del canal de Urgel; montepíos, hospicios y obras de beneficencia: las
sociedades de Madrid, Zaragoza, Granada, Lucena, Tudela, Vélez-Malaga (11).
Si éstos son los hitos que las Sociedades Económicas lograron en aras de su
preocupación por el bienestar y la educación populares, su trabajo no estuvo exento de
dificultades. Las Económicas tuvieron que enfrentarse con los gremios, con los privilegios,
con “las preocupaciones, las envidias y los fines particulares de un pueblo inmenso
siempre inclinado a la maledicencia y con la mentalidad de unas gentes caracterizadas por
su poquísima docilidad para sujetarse a la limitación y sobrado amor propio para conocer
el atraso en que se hallaban. Si a estos defectos de índole colectiva se añaden lo de las
Instituciones mismas: la vanidad, la desunión, la escasez de fondos, la diversidad de
empeños perseguidos, la inercia de la Administración, los achaques de sus integrantes,
otros factores externos como la muerte de Carlos III (1788) que las favoreció y amparó, el
desgaste propio del tiempo, se explica cómo se mantuvieron hasta la invasión napoleónica
para después desaparecer o mantenerse de una forma precaria en aquellas formas de vida
que el tiempo y las circunstancias les depararon” (12).
A falta de un estudio de conjunto sobre lo que representaron en el cuadro nacional
las Económicas, su incidencia hay que buscarla a través de lo que cada una desarrolló en
su propio lugar y ámbito, de acuerdo con unos medios y planes que no excedieron nunca el
marco de las realidades apuntadas. Basten estas líneas como diseño que hace a nuestro
propósito para enlazar estas sociedades con la de Valencia.
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