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Su historia y su obra

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1.— INSTAURACION DE LOS MONTES<br />

DE PIEDAD EN ESPAÑA<br />

Los estudiosos de estos temas aceptan que los primeros Montes de Piedad,<br />

instituciones benéficas de crédito prendario en metálico o en especie, nacieron en Italia<br />

promovidos por los franciscanos. La misma palabra “monte”, que se aceptaría en<br />

España, es también italiana y tiene <strong>su</strong> aparición, según Antón Ramírez (1), a principios<br />

del siglo XV. Con ocasión de la fundación del Banco de San Jorge de Génova en 1409, se<br />

llamó acción a toda unidad de crédito contra el capital del Banco; el total de acciones de<br />

un cliente se denominó columna y compras o escrituras a la <strong>su</strong>ma total de las acciones del<br />

Banco. A esa <strong>su</strong>ma total de las acciones es a lo que los florentinos, los romanos y los<br />

venecianos dieron en llamar “monte” —conjunto o “montón”—, palabra que por<br />

extensión se aplicó a todos los establecimientos de naturaleza parecida. El aditamento<br />

“de Piedad”, según el mismo autor, obedece a la índole esencialmente caritativa o<br />

desinteresada de estas instituciones.<br />

Nos interesa ahora apuntar lo que los Montes de Piedad significan desde <strong>su</strong><br />

aparición. A mediados del siglo XVIII el “Gran Diccionario Histórico” los define así:<br />

“Son bolsas o almacenes públicos para prestar sin u<strong>su</strong>ra y otras cosas<br />

necesarias a los necesitados...<br />

Las condiciones más ordinarias son: La primera, que el Monte de<br />

Piedad no sirva sino a las personas del lugar donde se halla establecido y no<br />

a los extranjeros. La segunda, que el préstamo no se haga sino por tiempo<br />

limitado. La tercera, que los que lo reciben den prendas que pueden<br />

venderse luego que expira el tiempo, a fin de conservar el fondo. La cuarta,<br />

que aquellos a quienes se presta den alguna cosilla para pagar los salarios de<br />

los ministros necesarios, alquileres del almacén y otros gastos inevitables.<br />

Hay también Montes de Piedad cuyos directores prestan grandes<br />

cantidades con cargo de formar de ellas una renta mediocre y estas cantida<br />

des componen un fondo capaz de prever las necesidades de todo<br />

género...” (2).<br />

3

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