Su historia y su obra

El cuadro muestra el ingente esfuerzo de la Caja en el aspecto crediticio. Tres
columnas destacan sobre las restantes: los préstamos con garantía hipotecaria, los de
garantía agraria y los concedidos con garantía personal. Sobre todo los dos primeros
prueban que la Institución miraba especialmente al campo. A ellos había que añadir los
facilitados para promover la pequeña propiedad rústica, que por su novedad tratamos
aparte.
Como puede observarse en la columna del total, a partir de 1946 los créditos
avanzan su concesión remontando los cien millones por año. Algunos años como el 1956 y
1957 sobrepasan ellos solos esta cifra.
Al finalizar el período se había pasado de veintinueve millones quinientas diez mil
pesetas a setecientos veintiocho millones novecientas veinte mil pesetas,lo que registra un
incremento absoluto de seiscientos noventa y nueve millones cuatrocientas once mil
pesetas en 16 años, con un porcentaje del 2.370% y una media anual de 148%.
Considerables aumentos se advierten en los años 1943 y 1944, con un 61,55% y un
40,30% de incremento respectivamente. El año 1943 es año clave, como hemos dicho, por
la regularización de los Registros de la Propiedad. Una agricultura maltrecha esperaba su
resurgimiento a través del cauce de los créditos. Acusan idénticas atenciones los años 1946
y 1947, corI un 20,07% y un 46,31% & incremento relativo. Los aumentos que se
observan a partir de 1952 obedecen al escaso rendimiento de las malas cosechas y a la falta
de precios competitivos de mercado de los artículos agrícolas. Los afectados por estas
limitaciones encontraron en la Caja un potente aliado para contrarrestar sus males.
5.3.1.— FOMENTO DE LA PEQUEÑA PROPIEDAD RUSTICA
Con independencia de los créditos concedidos al sector agrícola esta modalidad
constituye un hecho peculiar de la Institución, practicado con una finalidad específica:
reducir la aparcería y crear propiedad.
Se implantaron estas operaciones en 1940. El procedimiento consistía en parcelar
cierto número de hanegadas de tierra, adquirirlas por cuenta de la Institución y
entregarlas a los labradores como propietarios para que a largo plazo fueran amortizando
su importe.
El elevado precio a que eran pagadas las tierras, impedía la extensión e incremento
del número de beneficiarios que querían acogerse a esta clase de operaciones. Por otra
parte, el largo plazo de amortización y los intereses favorables constituían no menor
inconveniente.
En cuanto la obra se dio a conocer por medio de las Sucursales el número de
peticiones fue en aumento. No nos ha sido posible presentar un cuadro exacto del número
de hanegadas que se parcelaron cada año, así como el número de pequeños propietarios
que consiguieron serlo en igual tiempo. Pero sí es dable decir que al acabar el período se
habían convertido en propietarios 4.279 labradores, a quienes habían sido entregadas
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