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Su historia y su obra

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aprobación de la primera fase de ensanche, realizado con criterios residenciales favorables<br />

a las clases acomodadas, pero que abría buenas perspectivas para el porvenir (122). Las<br />

principales reformas se hicieron en la zona de la anterior Puerta del Mar y en la<br />

circunvalación de las calles de la “ronda”, buscándose el ensanche regularizado por el <strong>su</strong>r,<br />

hacia Ruzafa (123); “frenada en el norte en <strong>su</strong> empuje expansivo por el río Turia —escribe<br />

E. Sebastiá (124)— la ciudad se ha de verter hacia el <strong>su</strong>r y entrar en colisión con la huerta,<br />

que se resiste y no quiere perecer...”. Al mismo tiempo se desarrollaron las<br />

comunicaciones urbanas y hacia el exterior. El primer tranvía de tracción animal fue<br />

inaugurado, en 1876, entre Valencia y El Grao (localidad que sería anexionada en 1897), y<br />

en 1892 sería arrastrado por vapor. Se inauguraron igualmente nuevas líneas férreas, con<br />

estaciones en las afueras (125), se introdujo la luz eléctrica (1882) y se electrificó el tranvía<br />

al Grao (1900). En 1884 se fundó una compañía de navegación marítima valenciana (la de<br />

Juan José Sister) (126).<br />

Todos estos avances económicos y urbanos respondían a la actividad de una<br />

burguesía que vivía <strong>su</strong> época dorada, y cuyos estamentos más altos veían consagrada <strong>su</strong><br />

posición por una promoción nobiliaria concedida por la monarquía restaurada de la que<br />

eran sostén. El primer título que había dado el nuevo régimen fue el marquesado de<br />

Campo y a él seguirían los de Trénor, Dupuy de Lome y otros. Tras ellos, una extensa<br />

gama de burguesía terrateniente y cómercial se <strong>su</strong>stentaba sobre la prosperidad general<br />

(fundación del Ateneo Mercantil en 1879) aunque mostrase limitaciones en <strong>su</strong> capacidad<br />

innovadora (127). Este rasgo es aún más notorio para la clase media comercial y artesana,<br />

y se ha querido explicar como una consecuencia del fracaso que, para <strong>su</strong>s aspiraciones<br />

políticas y sociales, significó la Restauración (128). Es cierto, al menos, que mientras la<br />

burguesía prolongaba en Valencia el sistema bipartidista de la política que se hacía en<br />

Madrid, la clase media pareció haber perdido durante bastante tiempo <strong>su</strong> fuerte tradición<br />

de acción democrática. El republicanismo español estuvo de<strong>su</strong>nido desde 1875 y sólo se<br />

reanimó cuando el gobierno liberal de Sagasta implantó el <strong>su</strong>fragio universal en 1890. Los<br />

republicanos valencianos se unieron y consiguieron éxitos electorales en los años siguientes<br />

(129); había <strong>su</strong>rgido ya entre ellos la figura del joven Vicente Blasco Ibáñez, que pronto<br />

encabezó un republicanismo democrático, radical y anticlerical, fundado en 1894 el<br />

periódico “El Pueblo” y arrastrando tras sí a no pocos elementos de las clases media y<br />

popular en <strong>su</strong> lucha contra el caciquismo y la oligarquía restauradoras.<br />

La clase obrera mantuvo, o empeoró, <strong>su</strong>s condiciones de vida y trabajo, pudiéndose<br />

hablar de un proletariado campesino en ciertas comarcas de secano (Requena, Utiel,<br />

Onteniente y otras) en las que era frecuente el contrato por el cual el campesino tenía que<br />

entregar al propietario a los cinco años de la plantación, la mitad de la tierra y de los<br />

productos obtenidos; incapaz de soportar, en esta situación, cualquier crisis, el labrador<br />

solía perder <strong>su</strong> parcela y tenía que emigrar hacia las huertas del litoral y, en particular, a<br />

la ciudad de Valencia. Pero también en la Huerta de ésta la excesiva parcelación producida<br />

por el arrendamiento de tipo hereditario creaba situaciones difíciles para el arrendatario,<br />

el cual tenía —lo mismo que el pequeño propietario— que completar el trabajo agrícola<br />

con otros, como eran la venta de <strong>su</strong>s productos en el mercado urbano, la recogida de<br />

ba<strong>su</strong>ras o el acarreo de vinos al puerto (130). Ahora bien, otro tipo de ayuda fue el trabajo<br />

de las mujeres e hijos en las fábricas de los pueblos, y aquí sí que se nos muestra un clásico<br />

proletariado industrial, junto al que iban creando las nuevas empresas de la ciudad.

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