Su historia y su obra

Varias vieron la luz en 1950: en Oliva, Puebla de Vallbona, Tabernes de Validigna y
Sollana, todas en edificios propios. A estas hay que añadir otra en la capital, en la calle de
Colón.
La Sucursal Tercera en la capital fue la ampliación del año 1951 junto con la compra
de edificios en Puzol y Llombay para que entraran en acción en 1952.
La limitación de apertura de locales de ahorro impuesta por las Leyes obligaba a
Valencia a solicitar la autorización para su apertura, autorización no siempre tan rápida y
lisonjera como cumplía a los deseos de la Caja. A finales de 1952 estaba a la expectativa
del consentimiento oficial para levantar oficinas en la Avenida del Puerto en Valencia
capital, en Paterna, Bétera, Cárcer, Requena y Algemesí, que fueron inauguradas en
1953.
Tres vieron la luz en 1954: una en Castellar, otra en Paterna y la Agencia Séptima en
el Cabañal. Se había logrado el permiso para montar otras en Hellín y en Almansa sin
tener en cuenta la adquisición de un solar en Albacete y otro en Valencia para levantar
sobre ellos viviendas protegidas.
A las de Almansa y Hellín, que habían quedado en puertas el año anterior, se unió
en 1955 otra en Cuart de Poblet.
Dejó sentir la Caja su presencia en Aldaya y Picasent el año 1956, en edificios
alquilados, a la espera de habiitarlos como propios en plazo breve.
Por fin, el año 1957 presentó una actividad insospechada. Nada menos que nueve
edificios saludaron el paso de la Entidad: Bellreguart y Cullera en febrero; Alfafar y
Alcácer en junio; Moncada y Silla en julio y agosto respectivamente; Alcácer en Octubre;
Paiporta y La Roda en diciembre. Guadasuar y Chiva quedaban a la espera para el año
siguiente en edificios propios.
Cincuenta y cinco nuevos centros en diez y siete años arrojan un promedio de más de
tres por año. Si a ello se añade la dotación de medios, organización y personal competente,
tenemos explicada la capacidad de lanzamiento que cobró la Institución valenciana en los
difíciles años de posguerra.
4.3.— LA ABSORCION DE CAJAS EN LA PROVINCIA
Ciertas Cajas de la región valenciana no pudieron soportar las dificultades de la
posguerra. Su localización en pueblos de menor contingente poblacional y las anomalías
de varias clases a que se vieron sometidos sus fondos, mermaron sus recursos hasta verse
reducidas a una situación de insuficiencia. Otras al multiplicar la Central sus
ramificaciones e instalarse en la localidad donde ellas trabajaban, vieron en este hecho la
solución de continuidad a su existencia. Si con anterioridad difícilmente habían podido
autodefenderse, su emancipación quedaba cuestionada ante la aparición de un centro
similar más poderoso. Por ello, de mutuo acuerdo, previa la autorización legal y con los
trámites del caso para la debida garantía jurídica, la absorción fue cuestión de tiempo.
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