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Marcela Lagarde y de los RíosCapítulo 2. Ciudadanía de las mujeresPorque la mayoría de los habitantes del DF, del Valle y sus montañas tambiéndescendemos de indígenas originarios o de quienes migraron a estas tierras enbusca de oportunidades, desarrollo y cultura; porque hombres indígenas hanfabricado los ladrillos, y han sido los obreros constructores de casas, calles yavenidas, del drenaje profundo, de edificios, escuelas, hospitales, templos,guarderías y de los mercados de esta Gran Ciudad; bueno, también los recintoslegislativos han sido levantados con el trabajo de hombres indígenas; porquela mayoría hemos vivido íntimamente con mujeres indígenas en nuestrascasa y nos han criado, han cocinado sus ricos y deliciosos platillos y nos hanenseñado cuentos y mitos, han cuidado a nuestros hijos e hijas, antes de asimilarsey defeñizarse o han vivido desarraigadas en casas ajenas, donde no sehabla su lengua ni se respeta su cultura y han ido tomando otra lengua, otrascostumbres y un lugar en un mundo incapaz de reconocer su ciudadanía.Por las millones de horas de trabajo doméstico, realizado por las mujeres quese han partido el lomo trabajando duro y ganando casi nada, por todas lasmujeres pobres que dieron su trabajo y no tuvieron escuela.Y, por las mucho más de 250, 000 mujeres indígenas defeñas, nuestras coterráneas,sin ciudadanía étnica y sin ciudadanía de género, por todas las indígenasde nuestro país, y por las zapatistas.Nuestra ciudad es diversa, nuestro género es diverso. Nuestro avance dependede que orientemos la política desde la ética, con el reconocimiento de nuestracondición de género nos dispongamos a construir la democracia y a lograrque el desarrollo sea motor de equidad para todas.Por el derecho de las defeñas a vivir en una ciudad sin racismo, sin privilegiosy sin supremacía étnica. Para que construyamos una cultura y una sociedadque sustenten la realización personal de las mujeres y lo hombres.Aspiro a que en esta ciudad, tierra enriquecida por el esfuerzo de mujeres yhombres, hagamos que nuestro signo de identidad defeña, sea el orgullo porla diversidad, el respeto, la seguridad, los derechos y las libertades.La mínima sororidad pasa hoy, por hacer nuestra la democracia en la diversidady consiste en que cada una y como género, asociadas y enredadas, usemosnuestros poderes para impulsar el poderío ciudadano de todas. Y, desde luegoel diálogo y la paz.127

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