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Marcela Lagarde y de los RíosCapítulo 1. Las mentalidades y la culturadepende de los deseos y las voluntades de cada vez más mujeres y más hombresque consideren como un principio ético y práctico la igual valía de las personase incluya la convicción de que todas y todos tenemos el derecho a la paz, ala vida digna, a la integridad personal, a la preservación y renovación de losrecursos de nuestro mundo, a la justicia, a la democracia y a la libertad.Para cuando incluya aculturación feministaEl problema de la ignorancia de la historia y la historicidad del mundo estribaen que el mundo se vive como algo que ahí estaba naturalmente. Y esto sucedea pesar de que se estudie historia en la escuela y de que en las ciudades hayamonumentos históricos. La vida de género es tomada por las ideologías comonatural, no parte del contrato social. Esto afecta una conciencia histórica degénero: saber que en otra época otras mujeres lucharon por los derechos yque por eso forman parte de los derechos accesibles. No sabemos que otrasmujeres lucharon por abrir espacios institucionales educativos, económicos,ni que sin oportunidades crearon las condiciones para tener oportunidades.Si no se sabe en general no se conocen los antecedentes de lo que se tiene delmundo instalado. Y, por eso no se vive el mundo instalado que como un don,como algo que se recibe y como una radical intervención de las mujeres porampliar para ellas mismas lo que los hombres iban creando sólo para ellos 2 .O, se trata de dones debidos a la creación de cosas inéditas, cosas inventadaspor las mujeres mismas y colocadas en la organización social, en la cultura oen la política. Como no lo sabemos no los valoramos como esfuerzos vitalesy no tenemos apego alguno con sus creadoras, no tenemos siquiera gratitudhistórica posible como memoria, ni liga en cadena generacional o comunitariade género que hace a las mujeres pertenecer a genealogías de mujeres. Encambio, cuando vamos transformando nuestra conciencia en un sentidofeminista, vivimos la historia como un don. Surgen, entonces, un sentido éticode valor y una práctica correspondiente al deber de preservar aquello que seha recibido como don, pasarlo a otras mujeres o ampliarlo, hacer crecer el don.Vivir la historia de los avances de género como un don conduce a asumir lapolítica de género como una acción de compromiso e intercambio. En ella, alparticipar, cada quien hace conciencia de lo recibido y asume sigue recibiendoy requise reconocerlo. Y, se forma parte de una cadena de intercambio. Quienrecibe, regala, da a otras el don para que se lo apropien y lo incremente y, a suvez, lo den a otras y lo amplíen.2. Un don, en el sentido que le dio Marcel Mauss al don a partir de sus análisis sobre grupos de Samoa y Nueva Zelanda. El cambio por medio dedones “...dentro de este sistema de ideas, hay que dar a otro lo que en realidad es parte de su naturaleza y su sustancia, ya que aceptar algo de alguiensignifica aceptar algo de su esencia espiritual, de su alma....la prestación total comprende no sólo la obligación de devolver los regalos que se reciben,sino que supone otras dos tan importantes como ella: la obligación de hacer, por un lado y la de regalar por el otro.” Sociología y antropología:168-169. Tecnos, Madrid, 1979.39

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