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Marcela Lagarde y de los RíosCapítulo 6. Feminismo en primera personaVeamos algunos ejemplos: cuando los medios de comunicación preguntan amujeres si ser mujer ha sido una ventaja o una desventaja, a muchas mujeresla pregunta las encuentra desubicadas, porque no quieren ubicarse en el género;les parece una necedad que les pregunten algo así y dan respuestas dedesplante, de des-marcación y desidentificación de género. Responden con discursosneutros o acusatorios para no reconocer la violencia contra las mujerescomo una problemática de género: “Si a algunas les va mal es porque quiereno porque se dejan”. Esgrimen argumentos voluntaristas y plantean que salirde cualquier situación de discriminación u oprobio es un asunto de voluntadindividual y personal.Con frecuencia mujeres públicas son conminadas a mostrar cuán exitosas son,cuán capaces e inteligentes. La visión de género sobre las desventajas, los obstáculos,la discriminación se elimina con un supremacismo individual: la falsacreencia en que, si se pone empeño, todo saldrá bien y, quien no lo hace es porfloja o porque no quiere, por comodidad. Con ello se justifica la opresión degénero y se le interpreta como pereza individual, dejadez, falta de voluntad,o, de plano, mala suerte. Cuando millones de mujeres sobreviven con unaenorme fuerza de voluntad en condiciones inaceptables.Simone de Beauvoir conceptualizó a las mujeres, a la mujer, como “el segundosexo” 30 , como llamó lo que más tarde se denominaría la condición de génerode las mujeres. Ella articuló las bases de una epistemología de género, sobretodo en el libro El Segundo sexo. Se refería al segundo lugar social y político,porque las mujeres no ocupamos ni el primer lugar, ni el lugar central en lasociedad. Estamos en la periferia: hay una supremacía de género masculino,y un dominio ejercido políticamente por los hombres.En las sociedades patriarcales, los hombres ejercen y viven una supremacíade género, independientemente de su conciencia; utilizan la superioridadsocial de género como un poder para desplegarse en el mundo, aprovecharventajas, usar sus privilegios y ejercer sus poderes a su favor, tanto en elplano individual como en el colectivo. Si se pregunta a hombres si gozande superioridad de género, si ejercen dominio o control en su accionaren el mundo, muchos dirán que no lo hacen, que no existe ninguna superioridadde género; que, al contrario, los hombres están sometidos a lasmujeres, que vivimos en un matriarcado.30. Beauvoir, Simone de: Idem.519

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