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Marcela Lagarde y de los RíosCapítulo 6. Feminismo en primera personalos espacios de participación y representación, por el liderazgo, por ocupar unlugar preeminente. También competimos por los recursos, las oportunidades,los bienes. Enfrentamos competencia tradicional y moderna de género,pero mezclada. La competencia es devastadora. En cuanto a la competenciay rivalidad con los hombres, aunque se haga creer que competimoscon los hombres en condiciones de igualdad, la sociedad nos segrega yprimero nos hace competir entre nosotras, para seleccionar a las que compitencon los hombres.El machismo, también nos atrapa, es el complemento inseparable de la misoginia.Consiste en un conjunto de vivencias subjetivas, emocionales, afectivase intelectuales androcéntricas, de aceptación sobrevalorada del hombre, loshombres, lo masculino, independientemente de méritos, aportes y características.Está presente en la cultura patriarcal y en las mentalidades de mujeresy hombres y consiste, además, en la exaltación de valores, supremacistas dedominación y violencia. Como experiencia, que marca la subjetividad individualde hombres y mujeres y las mentalidades colectivas.El machismo y la misoginia son dos caras del sexismo, dos caras de la mismamoneda. El fenómeno abarcador de cualquier supremacismo y cualquier discriminaciónbasados en el sexo, es el sexismo. Forman parte del sexismotambién, la lesbofobia, la homofobia, la transgenerofobia y cualquier fobia poropción sexual.En lo público, las mujeres somos doblemente observadas y triplemente enjuiciadasy acusadas: lo que en los hombres es adorno, gracia y parte de su vida,en las mujeres puede llevar a daños y pérdidas irreparables. Por eso son precisos,el autocuidado y la defensa de la libertad. Por ello es preciso entender elespacio en que nos movemos y no dar pie a que nos defenestren por misoginia,tampoco contribuir a defenestrar a otras, ni permitir o hacer valoraciones morales.Entre los derechos humanos aprobados en la Cumbre de Viena (1993) 35se enunció el derecho al respecto de la dignidad, la integridad personal y lacondición moral de las mujeres.Las mujeres líderes son objeto de valoraciones morales de su desempeño desdeposturas misóginas y con doble moral se alude al honor y la moral. Por eso,desde el paradigma de los derechos humanos se plantea el reconocimiento a laintegridad de las mujeres y no su valoración moral. La práctica de un liderazgo35.Bunch, Charlotte, Claudia Hinojosa y Niamh Reilly: Los derechos de las mujeres son derechos humanos. Crónica de una movilización mundial. Rutgers-Edumex, México, 2000.525

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