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Uno <strong>de</strong> los lugares en que son más<br />
evi<strong>de</strong>ntes las malas condiciones <strong>de</strong><br />
vida que <strong>de</strong>scribe el fenómeno <strong>de</strong> la<br />
cuestión social, son los conventillos<br />
urbanos, en los que la insalubridad<br />
y el hacinamiento son inneludibles.<br />
(Conventillo en Valparaíso,<br />
hacia el año 1900)<br />
1.1 La condiciones <strong>de</strong> la vida popular en las ciuda<strong>de</strong>s<br />
En las urbes más concurridas, como Santiago y Valparaíso, la situación no era<br />
mucho mejor, incluso muchos expresaron una y otra vez que los migrantes<br />
se habían trasladado con toda su miseria rural a la ciudad. El primer obstáculo<br />
que <strong>de</strong>bían enfrentar era el <strong>de</strong> la habitación. Algunas investigaciones<br />
históricas han revelado que hacia fines <strong>de</strong>l siglo XIX casi ningún pobre urbano<br />
era propietario <strong>de</strong> su vivienda. La gran mayoría arrendaba un rancho,<br />
una pieza <strong>de</strong> conventillo o un terreno en los suburbios <strong>de</strong> la ciudad que servía<br />
para erigir por cuenta propia algún tipo <strong>de</strong> cuartucho.<br />
a) El hacinamiento<br />
El hogar popular carecía <strong>de</strong> privacidad, ventilación y agua potable, solía ser<br />
oscuro y sucio. El entorno acusaba el <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s municipales,<br />
que no tenían recursos para arreglar las calles, polvorientas en verano y<br />
barrosas en invierno, exten<strong>de</strong>r la locomoción hacia los nuevos barrios o disponer<br />
<strong>de</strong> una vigilancia a<strong>de</strong>cuada. Todo indica que los recursos fiscales que<br />
producía el salitre eran empleados en otros asuntos, por lo que la gente <strong>de</strong>bía<br />
enfrentar estos problemas únicamente con sus precarios medios.<br />
b) Insalubridad<br />
Entre los principales problemas urbanos hay que mencionar los <strong>de</strong> higiene.<br />
Las acequias, por ejemplo, se convirtieron en un factor grave <strong>de</strong> contaminación<br />
ambiental en todas las ciuda<strong>de</strong>s, dispersando aguas servidas, basura y<br />
epi<strong>de</strong>mias altamente infecciosas. La población mal alimentada, viviendo en<br />
condiciones poco saludables era presa fácil <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s e<br />
infecciones que causaron estragos en los arrabales. El cólera, la fiebre tifoi<strong>de</strong>a,<br />
el tifus, la tuberculosis y, especialmente, la viruela eran visitantes frecuentes<br />
<strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s y la lucha sistemática contra estas solo se empezó a<br />
librar durante las primeras décadas <strong>de</strong>l siglo XX.<br />
“Muy poca gente sabe la diferencia que existe entre un individuo criado en un hogar don<strong>de</strong><br />
hay limpieza, un poco <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n y ciertos principios morales... y otro que no ha tenido lo<br />
que se llama hogar, una casa aparte o unas piezas en ellas y no un cuarto <strong>de</strong> conventillo en<br />
que se hacinan el padre con la madre, los hijos y el yerno, algún tío o un allegado, sin luz,<br />
sin aire, sin limpieza, sin or<strong>de</strong>n sin instrucción sin principios <strong>de</strong> ninguna especie, morales o<br />
<strong>de</strong> cualquiera otra índole: el padre llega casi todos los días borracho, grita, escandaliza, pega<br />
a la mujer, a los niños y a veces al tío, al yerno o al allegado; no siempre hay qué comer,<br />
mejor dicho, nunca se sabe cuándo habrá <strong>de</strong> comer y qué; el padre no trabaja o no quiere<br />
trabajar; el tío es inválido y el allegado come don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> y si pue<strong>de</strong>; el yerno bebe también<br />
o no trabaja, o no quiere trabajar, es peón o comerciante <strong>de</strong> ínfima categoría: recoge<br />
papeles o huesos o excrementos <strong>de</strong> perros para las curtidurías o para quién sabe qué diablos;<br />
la mujer lava o mendiga; los niños comen lo que les dan cuando les pue<strong>de</strong>n dar algo<br />
o lo que pi<strong>de</strong>n o les dan los vecinos, que no siempre pue<strong>de</strong>n dar y que a veces, queriendo,<br />
tampoco pue<strong>de</strong>n; a veces roban –el hambre les obliga– y miran y sienten sobre sí y alre<strong>de</strong>dor<br />
<strong>de</strong> sí y durante años, durante infinitos años, aquella vida sórdida”.<br />
Manuel Rojas, Hijo <strong>de</strong> ladrón, múltiples ediciones.<br />
<strong>Historia</strong> y Ciencias Sociales<br />
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