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TEMAS<br />
Los jóvenes <strong>de</strong> los sectores<br />
populares se divertían con juegos,<br />
competencias y apuestas que eran<br />
mal vistos por la aristocracia criolla,<br />
quienes asistían a tertulias, como<br />
una forma <strong>de</strong> entretenerse y <strong>de</strong><br />
interrelacionarse con las jóvenes <strong>de</strong><br />
su clase. (“Vista <strong>de</strong>l valle <strong>de</strong>l<br />
Mapocho”, Álbum <strong>de</strong>l viaje por la<br />
República <strong>de</strong> <strong>Chile</strong>, Claudio Gay,<br />
París, 1854)<br />
Las muchachas aprendían labores domésticas y si<br />
pertenecían a la aristocracia, algún instrumento, como la<br />
pianola, cuya gracia servía para animar las reuniones<br />
sociales. (“Tertulia”, Litografía <strong>de</strong> G. Scharf en: Peter<br />
Schmidtmeyer, Travels into <strong>Chile</strong> over the An<strong>de</strong>s in the<br />
year 1820 and 1821, Londres, 1924)<br />
98 <strong>Historia</strong> y Ciencias Sociales<br />
4. Las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los jóvenes durante la colonia<br />
El concepto <strong>de</strong> joven es más bien difuso<br />
para la época colonial, la infancia terminaba<br />
con el trabajo o el matrimonio,<br />
<strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong>l sexo o <strong>de</strong> la clase social<br />
a la que se pertenecía. Mientras los<br />
hombres no tomasen “estado”, es <strong>de</strong>cir,<br />
no se casaban, eran consi<strong>de</strong>rados hijos<br />
<strong>de</strong> familia, cualquiera fuera su edad. No<br />
se les permitía afeitarse la primera barba<br />
sin autorización expresa <strong>de</strong>l padre y,<br />
en tales casos, se realizaba una ceremonia<br />
<strong>de</strong> familia, en la que intervenían los<br />
padrinos. El uso <strong>de</strong>l cigarro estaba también<br />
prohibido para los hombres, en<br />
presencia <strong>de</strong> los mayores o sin permiso<br />
<strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> familia.<br />
En el caso <strong>de</strong> las jóvenes las restricciones eran mayores. El i<strong>de</strong>al femenino colonial<br />
estaba <strong>de</strong>terminado por el recogimiento, la piedad, la mo<strong>de</strong>stia, la laboriosidad,<br />
la obediencia y la docilidad, la práctica <strong>de</strong> estos valores les aseguraban<br />
el éxito como esposa y madre. A las niñas se les enseñaban las materias<br />
necesarias para <strong>de</strong>senvolverse bien en el matrimonio y se consi<strong>de</strong>raba que la<br />
educación formal las alejaba <strong>de</strong> la inocencia “propia <strong>de</strong> la mujer <strong>de</strong>cente”.<br />
El matrimonio era una tarea que <strong>de</strong>bían asumir los padres, un negocio que<br />
<strong>de</strong>bía ser resuelto para el bienestar <strong>de</strong> la familia. El matrimonio consistía en<br />
una alianza familiar al servicio <strong>de</strong> planes se ascensión social, que no se relacionaba<br />
con los sentimientos o emociones personales. La tarea fundamental<br />
<strong>de</strong>l matrimonio estaba ligada a la reproducción, que aseguraba, en el caso<br />
<strong>de</strong> las familias aristocráticas, la continuidad <strong>de</strong>l “apellido”. Uno <strong>de</strong> los requisitos<br />
para formalizar el matrimonio era establecer la dote. Para la sociedad<br />
colonial la dote era un patrimonio femenino, entregado por el padre <strong>de</strong> la<br />
novia para asegurar su bienestar material. La dote era administrada por el<br />
marido, el cual <strong>de</strong>bía dar cuenta <strong>de</strong> las ganancias que esta generaba.