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Fundación Luis Chiozza

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LA RECUPERACIÓN DE LAS GANASLas ganas de tener ganasA veces tenemos ganas de algo y a veces no tenemos ganas de algo. Cuando la cosa sesustancia de este modo tan simple no solemos experimentar dificultades, hacemos lo quetenemos ganas de hacer, a menos que algo nos lo impida; o si no tenemos ganas, no lohacemos, a menos que algo nos obligue. Pero ése no es el problema del cual nosocuparemos aquí. Reparemos en que uno puede hablar de las ganas en general, pero endefinitiva, cuando nos encontramos con las ganas concretas, siempre se trata de “las ganasde algo”. La situación cambia y se torna más complicada cuando tenemos ganas de tenerprecisamente las ganas que no tenemos. ¿Por qué motivo puede suceder esto? Hay unconjunto de motivos que tiene que ver con el sentirse obligado a hacer algo que uno notiene ganas de hacer, pero sentirse obligado a tener ganas no es lo mismo que tener ganasde tener ganas. También suele ser un motivo el miedo de no poder sustituir, unas con otras,las ganas que vamos perdiendo, hasta llegar a la situación de quedarnos sin ganas. ¿Estotiene que ver con la edad? Aparentemente, los niños tienen ganas de todo y a medida quepasa la vida uno adquiere la experiencia de haber perdido muchas de las ganas que antestenía. Sin embargo, las cosas no son tan simples; en primer lugar porque vemos niños que,alimentados sin el suficiente contacto afectivo y gravemente desnutridos (caquécticos), hanperdido las ganas de comer y de vivir; y en segundo lugar porque en la ancianidad no sepierden las ganas siempre de la misma manera.Nacemos con un programa inscrito en cada una de nuestras células, el famoso ADN celulary, en la medida en que se reproducen las células que se gastan y mueren en el transcurso dela vida, este programa se copia. Se suele afirmar que envejecemos, y que por fin morimos,porque con el transcurso de los años aparecen en las copias de las copias cada vez máserrores. Podríamos decir entonces que a medida que vivimos perdemos las ganas de vivir,y que un morir armónico y saludable debería ocurrir junto con la pérdida completa de lasganas de vivir. Generalmente no sucede de este modo, generalmente la muerte acontecemucho antes de que se agoten las ganas de vivir, y generalmente ocurre dentro de unconflicto entre los deseos de vivir y los de no vivir. Así se configura la agonía (la luchaentre agonistas) que otorga al proceso de morir su carácter de tragedia. Sin embargo, esadesarmonía entre las pérdidas de las ganas y las ganas de seguir teniendo ganas es unfenómeno extendido que abarca sectores de la vida bien lejanos de la muerte. Configurauna pérdida incompleta y conflictiva de las ganas, que recorre una gama de gravedadvariable; desde la que encontramos en la frase frecuentemente repetida: “comería algo perono sé bien qué”, hasta las situaciones en las cuales sólo quedan las ganas de tener ganas dealgo. Cuando inconcientemente se han perdido las ganas de una determinada actividad,mientras se conservan en la conciencia las ganas de realizarla, se configura una situaciónpenosa. Las dificultades en la erección, que constituyen una forma de impotencia genitalmasculina, por ejemplo, expresan muchas veces la carencia de deseos genitales auténticosde intensidad suficiente, mientras que, concientemente, se desea tenerlos.Hablamos a veces de desgano, desilusión, fracaso, desmoralización, desánimo, desamparo,132

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