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Fundación Luis Chiozza

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Es recién a partir del haber asumido la primera cuestión fundamental (cuáles son lostrabajos, entre los que yo puedo realizar, que mi entorno necesita) que nace la segunda:cuál de esos trabajos inclina mi ánimo de tal manera como para que yo pueda profesarlo.En nuestra época, en la cual se atribuye a numerosas actividades el carácter de profesiones,pasa desapercibido el hecho de que la profesión se profesa, y que profesar es sentir lacontinuada voluntad de ejercer una particular tarea y declararlo abiertamente a través de laconducta. Surge por fin una tercera cuestión: puedo hacer algo que me atrae y es necesario,pero para que la necesidad se satisfaga deberé hacerlo con solvencia, es decir, con eficacia.Aclaremos enseguida que casi siempre la eficacia en una determinada tarea es lo queinclina el ánimo hacia un particular trabajo, lo que “despierta” el gusto por ese trabajo, yque son menos las veces que sucede a la inversa, como suele creerse cuando se piensa quees el gusto por lo que se hace lo que ha conducido al aprendizaje que permite hacerlo bien.La eficacia, como es obvio, no sólo depende de una suficiente dedicación a la tarea, sinotambién, y en grado superlativo, de una suficiente dedicación a la formación, almantenimiento y al incremento de la capacidad que solemos llamar profesional. No cabeduda de que la conocida frase de Hipócrates “el arte es largo y la vida breve” no sólo valepara la medicina. Cuando se llevan resueltas en el alma las tres cuestiones esenciales, lavocación de servicio, la dedicación profesional y la solvencia, surgen, a medida que seacumula la experiencia, el legítimo orgullo por el valor del trabajo que se hace y laconfianza que nace de saber que, siendo un trabajo requerido, siempre será solicitado.Hay estamentos sociales predispuestos para la capacitación que se han organizado en laforma que denominamos “carreras”, como por ejemplo las que se cursan en las facultadesde medicina o de abogacía, pero nos equivocaríamos mucho si pensáramos que sólo seejerce una profesión como producto del haber cursado una carrera que la sociedad haorganizado de ese modo. Profesión será siempre, en primera y fundamental instancia, unaactividad que se profesa, es decir, que se realiza con entusiasmo a partir de una íntimadisposición, y no cabe duda de que un oficio como la carpintería, por citar un ejemplo,también puede profesarse. La profesión no se define por la complejidad de la tarea que serealiza, sino por el modo de ejercerla. Cuando una sociedad que evoluciona sanamenteorganiza una carrera, crea vacantes para un trabajo que hace falta, pero claro está que estofunciona cuando da por resultado que quienes cursan la carrera saldrán, al final delrecorrido, capacitados para realizar la tarea que procuraron aprender. En el caso contrario,el problema se agrava; porque, para decirlo con un ejemplo que tiene cierto dramatismo,tendremos entonces, en una misma comunidad, médicos sin enfermos junto a los enfermossin médico. Sucede así cuando las escuelas que llamamos “facultades” han dejado de serlugares de capacitación genuina, lugares que facultan para ejercer una labor idónea,convertidas en instituciones que otorgan un título habilitante como certificado de unacapacidad que en realidad no están en condiciones de garantizar.Parece muy sensato pensar que, en la ocasión de decidir cuál será el trabajo que elegiremoso, para decirlo mejor, de qué nos ocuparemos, con cuál trabajo nos inscribiremos en elorden social, debería pesar en la balanza nuestra capacidad de profesarlo, pero en larealidad esto es difícil de establecer a priori, porque el que elige su trabajo, sea que pienseser neurólogo o que piense ser policía, suele hacerlo, inevitablemente, basándose en unaconjetura (estocásticamente), ya que no sabe bien, antes de hacerlo, en qué consiste eltrabajo que imagina. La experiencia muestra que cuando al ejercerlo nos enfrentamos conla realidad de un trabajo, cuando saliendo de la pre-ocupación nos ocupamos de hacerlo, larealidad de ese trabajo nos sorprende con insospechados disgustos y placeres que nosexigen conformarnos en un proceso estocástico de crecimiento y cambio. De nuestra49

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