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Fundación Luis Chiozza

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el de la desolación neonatal, no se nos puede escapar el hecho de que esos modelosconfiguran afectos que también pueden ordenarse en una serie en la cual va disminuyendolo que se registra como “sensación somática” y aumentando lo que se categoriza como“sentimiento psíquico”.Freud descubrió dos tipos de angustia. Una, que llamaba “angustia automática” y queposteriormente se llamó “angustia catastrófica”, consiste en un “ataque” en el cual laangustia alcanza su desarrollo pleno. La otra, que Freud llamó “señal de alarma” o“angustia señal”, corresponde al uso de una pequeña descarga de angustia que indica lanecesidad de algún tipo de defensa (como por ejemplo la negación de la realidad o lahuida) para evitar el surgimiento de la angustia en la plenitud de su forma.También en el caso de la descompostura existe una “descompostura señal” que semanifiesta como fastidio, aburrimiento, frecuentes bostezos y somnolencia, frente a laposibilidad de una descompostura plena. Se trata de una experiencia que culmina en lasensación de desmayo, desintegración y aniquilación que corresponde a la descomposturaplena y que, muchas veces, erróneamente denominamos “sensación de muerte”. Hemosvisto morir y, en algunos casos, nos hemos visto frente a la cercana posibilidad,racionalmente comprendida, de que nos ocurriera eso mismo, pero los que podemos tenersensaciones estamos vivos, es decir que no nos hemos muerto nunca y ninguna de lascélulas que nos constituye en el presente ha muerto jamás. Nuestras células muertas ya nonos constituyen y pensamos que carecen, además, de toda experiencia y de toda sensación.Carecemos de la posibilidad de transformar una experiencia que no tuvimos en unasensación. Carecemos por lo tanto de la sensación que corresponde al “estar muerto”, demanera que la llamada “sensación de muerte” se refiere a un estado afectivo afín a ladescompostura y a la agonía, acerca de la cual hemos dicho que representa, esencialmente,una lucha entre el morir y el vivir.Frente a la posibilidad de que surja una desolación plena, que se manifiesta como lapérdida del significado de la vida, como un sentimiento de vacío existencial en el cualnuestra vida es un desperdicio sin proyecto ni gratificación alguna, también nos solemosproteger con una “desolación señal”. Solemos referirnos a ella con la palabra “soledad”,una soledad que generalmente arrecia en los finales del weekend y que muchas veces semanifiesta como el deseo de “salir” en la búsqueda de un encuentro que, en la medida enque se dirige a un extraño, resulta forzado y que, cuando es llevado a su extremo, finalizaen una copa excesiva en compañía del barman. Un barman que, como ya dijimos, podráser, forzadamente, sólo un abogado defensor o un testigo favorable, ya que no habita eltribunal donde mora nuestro expediente y carece de la investidura que lo transforma enjuez.El espacio en el cual pueden florecer las ganasHemos hablado del drama de la descompostura, la angustia y la desolación comodeterminantes, muchas veces ocultos, del desgano y como condicionantes de una crisis quefrecuentemente conduce, y siempre precede, a una enfermedad del cuerpo. Llegamos porfin al tema que el título promete: la recuperación de las ganas. La experiencia nos enseña,en nuestra profesión de psicoterapeutas, que comprender el significado de un trastorno esla parte más importante del camino que inicia su transformación. Podemos ocuparnos, sinembargo, de establecer algunas conclusiones.143

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