13.07.2015 Views

Fundación Luis Chiozza

Fundación Luis Chiozza

Fundación Luis Chiozza

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

denominamos dormir, y la desaparición duradera que juzgamos irreversible. Sucede que elque se muere no respira y que su corazón deja de latir, aunque, claro está, ambas cosaspueden ocurrirle a uno brevemente sin que esto signifique que haya muerto. Sabemos quesi la respiración no se restablece en corto tiempo, el corazón se detiene; y que,inversamente, si el corazón se ha detenido y no se recupera, la respiración también sedetendrá. La experiencia nos ha enseñado que cuando la respiración o la circulación de lasangre se detienen unos pocos minutos, ocurren daños físicos que son incompatibles, en unprimer momento, con la recuperación de las manifestaciones de una vida conciente, y muyrápidamente, con la integridad física del cuerpo, integridad que depende, a su vez, de laperduración de funciones inconcientes que no se detienen en el instante en que se detienela circulación de la sangre y el suministro de oxígeno, sino que lo harán progresivamente,siguiendo un decurso temporal más lento que sólo en parte conocemos.Habida cuenta de que no todas las células que integran nuestro cuerpo muerensimultáneamente, el “diagnóstico” de nuestra muerte se hace en función de lo que seconsidera el ingreso en una descomposición irreversible, y por este motivo, desde antiguo,la falta durante un tiempo prudencial del aliento respiratorio o del latido cardíaco han sidolos factores que certificaron la muerte. De más está decir que los avances tecnológicos denuestra época nos han conducido a la necesidad (nada fácil de satisfacer) de establecer cuáles el momento en que muere la “persona jurídica” a la cual solemos referirnos con lapalabra “yo”. Un ser humano que sobrevive mucho tiempo en un coma profundo, dentro delo que suele llamarse vida vegetativa, con un encefalograma “plano” y con respiraciónasistida mediante un pulmotor, es un ser humano al cual solemos considerar privado,irreversiblemente, de la conciencia que correspondía a la persona que hasta entonces fue.Es muy difícil, en esas circunstancias, establecer a quién pertenece “el derecho” a la vidaque el pulmotor asiste.La parte del alma que se apaga en el morirMás allá de lo que la ciencia nos enseña acerca de lo que significa morir, retornemos uninstante a lo que nos acontece frente a la muerte de alguien con quien, desde el momentoen que lo reconocemos vivo al percibirlo, inevitablemente convivimos. Su muerte nossucede, ya lo hemos dicho, como una misteriosa desaparición de su vida. Frente a lapermanencia de su cuerpo, que de pronto muere, solemos preguntarnos qué es y adónde fuelo que se ha ido. El uso de la palabra “expirar”, como sinónimo de morir, señala que losantiguos pensaban que la vida se escapaba del cuerpo a través del aliento. El origen de lapalabra “psiquis” en la palabra pneuma, que significa aire, nos muestra también lainveterada convicción de que la vida que anima el cuerpo es aquello que denominamosalma. Los avatares históricos de esa convicción han sostenido a veces que el alma,insustancial y etérea, puede existir fuera del cuerpo. Hubo también quien ha pesado elcuerpo humano, inmediatamente antes y después de morir, intentando registrar el peso dela científica psiquis. Maeterlinck, en un libro titulado La muerte, sostiene que esinconcebible la existencia del alma privada de los órganos sensoriales que el cuerpo leotorga.Hemos señalado repetidamente que lo que consideramos psíquico es el sentido, la meta, laintención, el propósito o la finalidad de una función o de un acto que, por otra parte,podemos percibir como el movimiento de una estructura que consideramos física porque lapercibimos mediante los órganos sensoriales. La relación entre las partes que percibimos92

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!