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Fundación Luis Chiozza

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Dijimos ya que el motivo que le otorga un sentido a nuestro vivir depende de unas pocaspersonas que tienen significancia en nuestra vida. Depende ante todo de una buena o malarelación con ellas, porque cuando la relación es buena, aun si las perdemos podemossustituirlas, como vemos en los duelos que se realizan bien. Llegados a este punto,podríamos sentirnos inclinados a pensar que, entre las relaciones significativas, no seránmuy frecuentes las que transcurran con todo el dramatismo que antes mencionamos, perono es así. No solamente las encontramos, con todo ese dramatismo, ocultas en lossignificados inconcientes de las enfermedades del cuerpo (especialmente si son graves ocrónicas) sino que, actuando la mayoría de las veces desde lo inconciente, influyen sobretodas las demás relaciones que es posible establecer. Recordemos que en la desolaciónexperimentamos nuestra vida en convivencia con alguien a quien estimamos y que no nosvalora, ni nos necesita. Alguien que no sólo nos condena a perder el “para qué” de la vida,sino que nos condena también a perder una buena relación con el mundo y con sus valoresideales. Se trata, como ya lo dijimos, de la muerte “en vida”, de una especie de “muertecivil” que funciona de acuerdo con el pensamiento contenido en la frase: “el mundo dejade tener sentido para mí si yo dejo de tener sentido para el mundo”. El tema de ladesolación queda de este modo en íntima conexión con el tema de la autoestima, ya que,abandonados por el ideal, decepcionados, sentimos celos y envidia, pero sobre todo culpa,y la magnitud de la culpa, que mide lo que nos falta para alcanzar nuestro (inalcanzable)ideal, es inversamente proporcional a la magnitud de la autoestima.Cuando Freud se ocupa de la autoestima (autoconsideración) dice que la magnitud delaprecio por sí mismo depende de tres factores. Del amor propio (el llamado “narcisismoprimario”), de lo que hice en el pasado (un resto de la omnipotencia infantil “confirmada”por la experiencia) y del cumplimiento del ideal. En el enamoramiento disminuye laautoestima, en el amor dichoso que nos profesa alguien que valoramos, se recupera. Esostres factores, sin embargo, pueden confluir en uno, que en definitiva debe ser el grado decumplimiento con el ideal. Lo que hice en el pasado, por ejemplo, es valioso sólo en lamedida en que he cumplido el ideal. Lo mismo se puede decir del amor propio, ya que elnarcisismo es para Freud el amor del Ello por el Yo, y el Yo encuentra en el Ello su ideal.En el tema de la autoestima todo se reduce otra vez a la frase de San Martín; “serás lo quedebas ser o serás nada”. Nos quedan ahora pues dos personajes: mi ideal y yo. Yo soy, porejemplo, el que habla o el que escribe, pero cuando me refiero a mí mismo el asunto secomplica, porque cuando hablo puedo hablar de un “mapa”, de mi self, de unarepresentación que poseo de mí mismo, pero de quien no puedo hablar precisamente en elmomento en el cual hablo es del que habla, que justamente es lo que se dice “yo”. CuandoNarciso se enamora de su imagen en el río, se ama como los otros lo ven, se ama con elamor de los otros, no se ama en lo que siente cuando se siente vivir, por eso morirá dehambre y de sed. ¿Por qué sucede así? No parece muy aventurado suponer que se ama deese modo buscando suplir una carencia, que se ama queriendo hacerlo con el amor que losotros hubieran debido dispensarle y que al ocupar el lugar que ellos no ocuparon se enajenade sí mismo. Trata de amarse como le gustaría que su ideal lo amara.Yo soy entonces el que habla y el que no puede hablar realmente de sí mismo. Puedehablar solamente de aquella parte de sí mismo que, cuando está hablando de ella, ya no esél. ¿Y qué puedo decir de mi ideal? Puedo decir, por lo pronto, que no es real. Tal vez fueuna vez real o tal vez lo será, pero ahora no es real. El ideal se construye mentalmente apartir del pasado, no se encuentra realizado en el presente y se imagina realizado en elfuturo. Si lo encontramos realizado, ya no es ideal sino real. El ideal es la meta que todavíano hemos alcanzado. Las diferencias que entre los seres humanos nos importan no están155

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