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Fundación Luis Chiozza

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como físicas (es decir, su estructura) constituye la forma, que en su manera más evidentepercibimos como forma “exterior”, y en su forma más oculta configura la complejainformación que configura el “interior” de un ser vivo, la “interioridad” que determina suintención. La palabra “persona”, que designaba en su origen la máscara con la cual secaracterizaba en el teatro a un determinado personaje, se presta especialmente paradesignar una parte de la interioridad que aparece configurando, sin duda, la personalidad,el carácter, de la persona con la cual convivimos. Es importante subrayar que el mapa conel cual nos representamos a una determinada persona, solamente coincidirá en algunospuntos con el mapa que ella construye acerca de sí misma y al cual se refiere con la palabra“yo”.Si desarmamos la Torre Eiffel, separando las partes que la integran, no perderemos elhierro que la conformaba, sólo perderemos la forma que la constituye. Análogamente,cuando muere un organismo vivo, no desaparece su cuerpo de inmediato; al principiodesaparece bruscamente una parte de la animación que lo caracteriza, y luegopaulatinamente, en la medida en que se des-componen sus partes, la información y lainterioridad que lo configuraban van desapareciendo de su cuerpo mientras que una partede ellas se conserva en la memoria de otros seres vivos. Simenon ha señalado que lamuerte de un hombre ocurre en su forma más definitiva cuando han muerto todos aquellosque con él han convivido. ¿Debemos asumirlo de este modo? ¿Debemos aceptar que delalma de los muertos sólo existe una parte en el alma de los vivos?Refiriéndose a la materia, Lavoisier sostenía que nada se pierde, todo se transforma. Otrosautores, como Jean Charon, afirman hoy, en una época en que la ciencia física construyesus teorías más audaces, que lo mismo ocurre con la información en un antiuniversoparalelo al cual se “accede” a través de algunas partículas atómicas. En ese antiuniverso, enel cual el tiempo es reversible y el espacio en cambio (como sucede en la galaxia con losagujeros negros) puede recorrerse en una sola dirección, el orden no desaparece. Charonafirma entonces que un registro mnémico completo de todo cuanto acontece a unorganismo vivo se conserva “para siempre” en la memoria de las partículas atómicas que loconstituyen, y justifica de este modo el sentido de algunos rituales funerarios que procuranque los restos de un ser vivo se mantengan unidos en la tumba a la espera de suresurrección. No intentamos ahora solidarizarnos con las teorías que avalan la resurreccióno la reencarnación, nos interesa destacar, en cambio, que ambos procesos (la resurrección yla reencarnación) suelen referirse, aunque no siempre de manera explícita, a larecuperación de un yo que vuelve a la vida y se reconoce como tal porque dispone, enalguna parte al menos, de una cierta memoria de su existencia anterior. Así sucede connuestros hijos cuando crecen, y con nosotros cuando envejecemos, unos y otros nosencontramos habitando en un cuerpo diferente, pero este proceso “lento” no nos despiertala idea de una reencarnación que nos devuelve a la vida. Si omitimos, en cambio, esaperduración del yo, la reencarnación (o la resurrección) de la vida no sólo es posible, esademás evidente. Podemos expresarlo en los términos biológicos que se refieren a lamuerte natural de los organismos que se reproducen sexualmente y que constituyen elvehículo de un plasma inmortal. O también referirnos al rejuvenecimiento de las célulasasexuadas que se reproducen por división y que mueren únicamente si interviene una causaaccidental. Podemos expresarlo a través de una frase humorística que, si mal no recuerdo,se atribuye a Bertrand Russell: “una gallina es el procedimiento de un huevo para producirotro huevo”. Pero tal vez la metáfora más adecuada reside en la computadora con la cualescribo. Porque yo, como ella, poseo una memoria ROM, indeleble, donde radican losprogramas que fundamentan mis funciones esenciales, que comparto con todos miscongéneres, que recibí de mis padres y que he trasmitido a mis hijos. Yo, como ella, tengo93

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