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Fundación Luis Chiozza

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obtienen las satisfacciones reales, es siempre un buen negocio.5- No hay que olvidar la luz del sol en la oscuridad de la tormenta, ni olvidar eltemporal cuando el mar está en calmaSi agitamos al azar dentro de un frasco cincuenta bolillas blancas y otras tantas negras,obtendremos una muestra estadística de lo que la experiencia nos enseña. Losacontecimientos buenos y los malos no se suceden, alternativamente, uno por uno, sino quese presentan en series que denominamos “rachas”, más allá de la benevolencia o de lamalevolencia del destino. Es evidente que hay momentos para reír, y otros para llorar, yque es importante distinguirlos, pero es más importante, sin embargo, comprender que enlos momentos de infortunio, en los cuales el daño se está realizando todavía, la risapretende inventar una realidad que no existe, y el llanto surge como un intento absurdo deablandar al destino. Cuando, sin tiempo para lágrimas ni risas, es necesario luchar paravivir, importa recordar que detrás de la tormenta oscura el sol no ha dejado de existir.La salud, sostiene Weizsaecker, proviene de la resignación, que en un sentido pleno nosólo es renuncia, sino también resignificación del futuro. El llanto, entonces, como la lluviaque fertiliza el suelo, será un proceso saludable en la tranquilidad del tiempo bueno, dondees posible inventariar los daños, lamentar las pérdidas, reagrupar las fuerzas y reorientar lavida. Cuando, superado el infortunio, subsiste ese resto de inquietud que genera desde lamemoria la comicidad y el humor, podemos aceptar que ha llegado el momento de reír.Porque hemos aprendido que ese modo de reír es una forma saludable de mantenerpresente y a distancia la posibilidad de la pena, y la prudencia aconseja no olvidar laoscuridad de la tormenta cuando se navega, con el mar en calma, bajo la luz del sol.6- Cuando la mar es muy dura, el objetivo es flotar. Pero es necesario conservar laestropada para gobernar el timónComprobamos a menudo que lo que subsiste posee una consistencia que resiste y pujacontra lo que se opone a su existir. La delicia de insistir, afirma el proverbio, es el premiodel vencido. Pero sabemos que es inútil resistirse a aceptar la geografía. Es necesario,entonces, distinguir entre la insistencia torpe, que repite de manera monótona y terca unreclamo imposible, y la tenacidad que cede, elásticamente, para volver a pugnar en laoportunidad propicia. La importancia que asignamos a nuestros propósitos, y la magnitudcon que los sentimos vivir dentro de nosotros, constituyen un motivo suficiente para capearuna tormenta “contra viento y marea”, enfrentando con decisión la adversidad, sin esperarhasta que amaine. Sólo se puede correr, frente a un temporal, en un espacio abierto, sinescollos, cuando el precio de la huida no supera con creces el dolor del enfrentamiento. Nosufrir constituye una utopía. Precisamente por ello es importante distinguir lossufrimientos inútiles de aquellos otros cuyo producto vale la pena que ocasionan.Hay épocas apacibles en las cuales es más fácil conjeturar el futuro y edificar proyectospara un plazo largo. Hay otras en que todo se vuelve contingente y la inseguridad aumenta.No sólo el pronóstico se acorta hasta alcanzar apenas el futuro inmediato, sino que almismo tiempo se pierde, o se confunde, la significación del pasado, hasta el extremo dedesdibujar los rasgos de nuestra identidad. Cuando, en la oscuridad de la tormenta elhorizonte se cierra, el objetivo es flotar. Es inútil entonces apurar la marcha y pretender169

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