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Fundación Luis Chiozza

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angustia, y el trauma del haber recién nacido, durante una primera semana en la cual seexperimenta lo que llamaremos desolación, como soledad “de alguien” significativo,para distinguirla de la soledad “física”, aunque en el lenguaje habitual se las confunda. Siel estar naciendo produce esa forma del temor que llamamos angustia, el haber reciénnacido produce esa forma de la tristeza que llamamos desolación.Aunque el niño se encuentre, como sucede frecuentemente, con la madre pecho, la sentirá,en principio, como un pobre sustituto de la madre umbilical. Se trata por lo tanto de uninevitable duelo que podrá realizar mejor o peor. De allí, de cómo lo realice, derivará suposibilidad de encontrar la “salida” que la madre pecho le ofrece. Es una salida, un“rescate”, que tiene todas las características de lo que suele denominarse “salvación”.Introducimos así otro término que, junto a las ya mencionadas “maldición” y “bendición”,tiene una profunda raigambre religiosa. Pensamos que esto se debe a que la relación con el“personaje” para el cual se vive se aproxima a la experiencia de lo sagrado en su dobleconnotación angelical y demoníaca. Esquematizando mucho podemos decir que nosencontramos con dos formas de salvación: una ilusoria, constituida por la fantasía dereencontrarse con la “madre mundo” que una vez nos rodeaba, y una salvación real, queconsiste en aprender a reencontrar a la madre umbilical en esa otra madre, tan diferente,que llamamos “madre pecho”, sin la cual el niño moriría, pero a la cual sólo podrá aceptarmediante un importante proceso de duelo.La diferencia entre los mundos del feto y del recién nacido se revela cotidianamentedurante la práctica psicoterapéutica, en la cual siempre se presentará una parte de eseproceso de duelo que permanece esperando su continuación. La experiencia muestra que,por más “continente” que sea la relación con el psicoterapeuta, el encuadre de todapsicoterapia que no procure alejar al paciente de la realidad surge de un acuerdo o“contrato” decididamente “postnatal”. El “encuentro” con el psicoterapeuta requerirá delpaciente su paciencia, porque se rige, como la madre pecho, por un “reloj” distinto delque responde a las urgencias del deseo o de la necesidad. En resumen, el síndrome gripalencubre, representa y, al mismo tiempo, expresa una crisis “biográfica” que irrumpe bajo laforma de una desolación insoportable que no se llega a vivir como tal concientemente. Elsíndrome gripal que la sustituye toma su modelo de la desolación del neonato en suprimera semana, y habitualmente se cura en una semana independientemente de losmedicamentos con los cuales se trata procurando aliviar los síntomas.Los orígenes de la descomposturaLlegamos, por fin, al cuarto capítulo, surgido de la investigación que realizamos acerca delas enfermedades causadas por hongos. Los hongos pertenecen a un reino “propio”,distinto del reino vegetal. Los caracteriza su capacidad, que es la máxima conocida en elecosistema, para descomponer en sus componentes más simples las sustancias orgánicasque los rodean. En ese máximo residen las características de esa capacidad que losanimales y los vegetales no poseen. Distintos mitos testimonian que en la fantasíainconciente de los hombres los hongos suelen quedar revestidos de cualidades mágicas yomnipotentes que representan de este modo su capacidad máxima para descomponer.Reparemos en que digerir es una de las formas de descomponer. Cuando nos alimentamos,ingerimos una sustancia compleja y la descomponemos. Cuando incorporamos unaproteína animal, por ejemplo, la descomponemos en los aminoácidos que la constituyen, y140

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