13.07.2015 Views

Fundación Luis Chiozza

Fundación Luis Chiozza

Fundación Luis Chiozza

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

valores surgen de las importancias, y las importancias surgen de lo que sentimos, no debeextrañarnos que los trastornos del desarrollo afectivo contribuyan para empeorar la crisisde la moral, que se sustenta en los valores compartidos. Hay una serie de valores que formaparte de las “virtudes clásicas”: la dignidad, la distinción, la honradez, la autenticidad, laresponsabilidad, la fidelidad, la cultura y también la autoridad en cuanto capacidadtestimoniada por el hecho de haber sido autor. Nadie diría que estos valores han perdidovigencia, pero no cabe duda de que, más allá de lo que acerca de ellos se diga, cuando setrata de ejercerlos suelen ser hoy relativizados. Relativizados quiere decir aquí que se losvalora en el contexto de una situación, contrastándolos y sometiéndolos a otrasconveniencias, pensando, a menudo, sin demasiado escrúpulo, que el fin justifica losmedios. Lo mismo ocurre con valores como la libertad y la justicia, con la diferencia deque, en esos casos, se suele fingir que se los sostiene sin ningún género decondicionamiento. Hay, además, otra serie de valores, que se suelen sostener comoabsolutos: como el poder, especialmente sobre otros individuos, la posesión, sobre todo debienes materiales, el conocimiento, sobre todo científico y técnico, la supervivencia, sobretodo en términos de cantidad de años, y finalmente el triunfo y la fama. Agreguemos, eneste desconcierto cultural, lo que sucede con los roles masculino y femenino, que hancambiado su figura “clásica”, integrada en las costumbres de antaño, sin haber llegadotodavía a establecerse con un perfil nuevo que goce de un consenso ampliamentecompartido. De modo que asistimos diariamente a las mezclas más heterogéneas en lo quese establece como las mores o costumbres que constituyen la moral de una pareja, porquecada uno de sus miembros trata de conservar, de las costumbres de ayer y de hoy,solamente las que se le acomodan mejor. Así vemos, por ejemplo, que un hombre deseaque su mujer contribuya con el cincuenta por ciento a la manutención del hogar y que,además, le sirva el desayuno en la cama, mientras que su esposa desea que su marido lamantenga y que no le pida que le prepare la comida.El auge de un individualismo malsanoSin embargo, tal como antes dijimos, lo que parece ser el núcleo de cristalización de lacrisis cultural que nos aqueja es la forma malsana que el individualismo ha adquirido ennuestros días. En nombre del prestigio, del poder y de la riqueza, el individualismo nosmuestra muchas veces sus formas ruinosas, en las cuales el orgullo es sustituido por lavanidad, el amor a los hijos oculta el narcisismo excedido, el amor a la familia oculta elegoísmo, la amistad se transforma en una relación de conveniencia, el cariño, interpretadocomo una debilidad, se sustituye por la pasión, por el enamoramiento o por el intento de“poseer” a las personas que pretendidamente se ama. El reconocimiento del individuo,unido en su origen al nacimiento de la familia y al reconocimiento de la paternidad,desarrolló en sus mejores momentos formas que permitieron el desarrollo pleno de lasdisposiciones latentes que en el primitivo permanecían dormidas. Hoy nos parece tannatural sentirnos dueños de nosotros mismos que no llegamos a comprender cómo vivía elsalvaje en su tribu, el esclavo capturado o el villano de una ciudad feudal. Cabepreguntarse cómo ha ocurrido y qué ha ocurrido para que un progreso semejante hayaingresado en una zona en la cual funciona mal. La filosofía, la biología o la psicología denuestros días no suscribirían, sin discusión alguna, la idea de Hobbes de que el hombre, ensu estado natural, es “el lobo del hombre”. Tampoco subscribirían hoy sin discusión algunala idea darwiniana de que la lucha por la existencia, y la supervivencia del más apto, es loque rige la evolución biológica en el mundo natural y constituye, por lo tanto, un supremovalor. Explícita o implícitamente siempre hemos aceptado que el individuo vivo debeluchar, debe adaptarse y debe aprender a convivir. Si queremos expresarlo en la jerga de la148

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!