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Fundación Luis Chiozza

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existencia psíquica. La historia de Francia se relaciona con el territorio que denominamos“Francia”, pero no está toda entera precisamente allí. El conjunto que llamamos “historiade Napoleón” no radica completamente en ninguno de los libros que sobre él se hanescrito, como tampoco radica solamente en la cabeza de un historiador. La mente de un serhumano se relaciona íntimamente con su cuerpo y su cabeza, pero no reside únicamenteallí, sino que también “vive” en las relaciones que establece con los seres de su entorno yen los afectos que se originan en sus órganos. El alma de un hombre podrá viajar con él, odesaparecer casi completamente cuando muere, pero no se la encontrará “localizada” enalgún lugar de su cuerpo. Vemos entonces que el espacio psíquico es siempre un espaciometafórico, imaginario, cuyas propiedades son distintas de las que atribuimos al espaciofísico (de la física clásica). Recordemos que Descartes hablaba de la cosa extensa y de lacosa pensante, relacionadas entre sí a través de Dios, pero recíprocamente irreductibles, enel sentido de que ninguna de ellas podía ser descrita desde las cualidades quecaracterizaban a la otra. Esta parte de su filosofía, que fundamenta lo que sueledenominarse paralelismo psicofísico, se halla implícita en la enseñanza que recibimos yen nuestra manera de pensar acerca del cuerpo y el alma. Sucede entonces que cuandoqueremos construir el puente a través del cual se relacionan en un ser vivo su parte física ysu parte psíquica, nos encontramos con que ese ser viviente carece de una tercera “parte”que pueda vincularlas. El pretendido puente se esfuma así en nada, no corresponde a cosaalguna, ni extensa ni pensante, se transforma en una especie de “vacío” a través del cualocurre el misterioso salto. O también, como a menudo sucede, se transforma en un puentelevadizo que permanece conceptualmente levantado en una sola orilla, fracasando en elintento de cerrar desde allí la brecha que separa el alma del cuerpo.Afortunadamente podemos decir que Freud no nos dejó desamparados en este callejón sinsalida, pero es cierto que comprender esta parte de su pensamiento nos exige el esfuerzo depensar de un modo diferente a como lo hacemos siempre, cuando nos apoyamos enconceptos que provienen de la filosofía cartesiana y que habitualmente solemos usar demanera implícita, como juicios pre-pensados, sin volver a pensarlos. Se explica de estemodo que esta parte de la obra freudiana sea la que más frecuentemente pasadesapercibida. Freud sostuvo, en 1938, en los últimos años de su vida, que lo que solemospercibir en un ser vivo como un proceso meramente físico es también un elementogenuinamente psíquico cuyo significado permanece inconciente. Nadie diría que unapersona que llora sufre un trastorno físico, pero si los fenómenos que acompañan a laefusión de lágrimas para configurar el llanto, es decir, la tristeza, los lamentos y lossollozos, permanecieran todos ellos reprimidos, diríamos que las lágrimas derramadasconfiguran el trastorno ocular, “de naturaleza física”, que denominamos “epífora”. En esapostulación de 1938, que de acuerdo con lo que Freud afirma constituye una de las doshipótesis fundamentales del psicoanálisis, rechaza enfáticamente el paralelismo psicofísico.¿Cuál es la conclusión, entonces, a la cual llegamos? La lectura atenta de lo que Freudsostiene nos conduce a pensar que lo que denominamos “psíquico” y lo que denominamos“somático” (es decir, el cuerpo físico de un ser vivo) no son realidades que existen de porsí más allá de la conciencia que las examina. Son dos maneras diferentes con las cualesnuestra conciencia registra una misma realidad inconciente que proviene de los distintosestratos de un organismo vivo.Físico, material o somático es entonces lo que percibimos mediante nuestros órganossensoriales ocupando un lugar en el espacio de la física clásica. Psíquico o anímico, loque posee un significado, un sentido en la doble acepción de finalidad y afecto, que sedesarrolla en una secuencia temporal configurando una dramática histórica. El mundo80

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