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Fundación Luis Chiozza

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También se buscan a veces como una manera de sostener la autoestima que en otrosterrenos se ha perdido o, por el contrario, porque los usamos para atribuirles la causa denuestros fracasos. Hay vínculos que se mantienen por el peso de una obligación ficticia quehunde sus raíces en motivos inconcientes que no podemos contrariar sin sufrir. Otros semantienen porque sentimos que algunas personas pueden otorgarnos la benevolencia deldestino, o como una forma de acumular, frente al futuro y mediante nuestro sacrificio, uncrédito exigible, pensando que el porvenir deberá pagar la deuda tratándonos “como esdebido”.Existen, para bien, situaciones en las cuales se elige en la libertad de un deseo genuino,que no sólo admite las condiciones del encuentro, sino que también vive en el presente,más allá de la queja, el reproche y la culpa, sin pre-ocuparse por la posible separación delos destinos. Cuando una convivencia íntima y estrecha se da en esas circunstancias,engendra un espacio, intuido y anhelado, pero a la vez inesperadamente novedoso, dondese potencian las virtudes y las semillas germinan. La experiencia muestra, sin embargo,que el acoplamiento de las vidas, sea breve o prolongado, no es gratuito, ya que generacomo la vida misma, sus propias y nuevas impurezas que es necesario purgar. El campo detoda relación tiende a saturarse con creencias y juicios lapidarios que no podrán removersesin violencia, porque en el pasado fueron sepultados bajo una capa de dolor. Cuando lasvidas se acoplan, aunque sea por un corto tiempo, modifican siempre sus primitivastrayectorias, y el impulso que las mueve se transfiere de una a otra de manera muchasveces desigual. Es necesario entonces enfrentar la sorpresa y realizar un duelo, que sepresenta como añoranza de los antiguos y acostumbrados caminos, por el encuentro conuna nueva distribución de las fuerzas.2- Hay que estimar la derrota y volver a trazar el rumbo cada díaDado que la confianza en el porvenir surge del bienestar actual, se nos impone comoconclusión que sólo si estamos dispuestos a ocuparnos ahora del futuro, sin demorarnoscon preocupaciones, y a responder hoy sobre el pasado, sin escudarnos en arrepentimientosque nada reparan, podemos vivir plenamente el presente, atrapando, entre la nostalgia y elanhelo, la magia del instante. La utilidad material, cuantificable, racionalmente concebidaen la teoría o en la práctica, no es el único valor. Al bienestar también nos acercan otrosdesarrollos que son afectivos o espirituales. El equilibrio de nuestra salud no sólo depende,por lo tanto, de la lucidez de nuestro cerebro o de la capacidad de nuestro hígado, sinotambién de la sensibilidad de nuestro corazón.Probablemente el panorama de mañana será tan distinto del que hoy prevemos comodifiere el mundo de hoy del que imaginábamos ayer. Sabemos que nada permanece igual, yque los valores que adquieren consenso cambian según el signo de los tiempos. Nosasombra, sin embargo, no encontrar lo que hoy buscamos en el lugar donde estaba ayer.Aprendimos que en un mundo complejo que rápidamente se transforma los proyectoslineales son inadecuados, y que aquello que nos proponemos “entre ceja y ceja” cobrará denuestra vida un alto precio. El curso de una vida no se presenta como un camino recto; separece más a un laberinto con calles sin salida y senderos que sólo se abren al pasar porellos. Sólo podemos encontrarnos en algún punto deseado si adquirimos la capacidad derecorrer trayectorias curvas, quebradas y complejas, buscándole las vueltas al camino.167

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