permiso) se expresan con verbos, pero son verbos auxiliares, ya que aluden a una acciónque se expresará con otro verbo. Nos hemos referido a “que sea algo que ya, o todavía, noes”, porque hay un íntimo parentesco, que los transforma en opuestos, entre el ser de lo quees ahora y el padecer ahora por lo que entonces fue (y ya no es) o lo que entonces será (yno es aún). Pero también hubiéramos podido decir “ser (yo) alguien que ya, o todavía, nosoy”, “tener algo que ya, o todavía, no tengo”, “hacer algo que ya, o todavía, no hago” orepetir la frase con cualquier otro verbo. Es un hecho incontrovertible que, en el camino deun proyecto, necesitamos tener, mantener o sostener cosas, asuntos o personas, y ellenguaje, con intuición certera, lo señala en nuestro idioma cuando usa el mismo vocablo“tener”, que señala, por un lado, una posesión (y también la actitud de agarrar fuertementelo que quiero), para denotar, por otro lado, una necesidad que deviene obligación. Cuandose trata del hacer lo que no hago, en cambio, aquello que no hago “falta”, y mientras yoviva “en falta”, esa falta, que se convierte en una deuda, en lo que debo hacer, en un deberincumplido, generará en mi ánimo lo que conozco con el nombre de “culpa”. Agreguemosque en nuestro idioma utilizamos una misma palabra, puedo, para referirnos a la acciónque somos capaces de llevar a término y también para significar que se trata de una acciónpermitida. Agreguemos también, aunque sólo sea como ejemplo, que expresiones talescomo “afán de poder” o “abuso de poder” revelan la riqueza y la complejidad de lasexperiencias vitales que, en el trato con nuestros semejantes, configuran la existenciapática. Todo esto nos da una idea clara de la imbricación en la cual transcurren las cincocategorías páticas, y del importante papel que desempeñan en nuestra manera de sentir lavida.Detengámonos, por último, en la superposición de los dos significados que, en la lenguacastellana, posee el término “valor”, que por un lado apunta a lo valioso, en el sentido de loimportante, y por otro a lo valeroso como manifestación de valentía. Se trata de unasuperposición que señala, de manera inequívoca, que la gesta de una vida que se dirige a loimportante transcurre siempre de una manera patética (en el doble sentido de padecimientoy pasión) y que, cuando esa gesta se vive sin desvíos que traicionan su sentido, se vivevalientemente la vida. Pero “hace falta” poder. Por eso decíamos que frente al to be or notto be de Shakespeare, y contemplando las cinco categorías páticas de Weizsaeceker, nopodemos dejar de comprender que la cuestión última no radica en el ser, sino en poder ono poder. También decíamos que, frente a la tarea interminable, coexistente con la vidamisma que intentará ser lo que aún no es y que lo intentará bajo la forma engañosa dequerer ser lo que ya fue, vivimos de manera saludable cuando aprendemos a querernuestras nostalgias y nuestros anhelos por lo que son, como se quiere a las promesas,todavía incumplidas, de una vida joven. Se trata, en el fondo, de responder a lo que faltacon el intento de que pueda ser.74
LA ENFERMEDAD Y EL DRAMALos dramas que vuelvenEstoy en el café y torpemente derramo el contenido de la taza sobre la mesa. El mozo seacerca con un trapo y me dice: “no hay drama”. Es una frase que los adolescentes usanmucho, y me pregunto por qué. “Drama”, en un sentido amplio y acorde con su etimología,es una obra teatral, escrita para ser actuada, es decir, representada. En un sentido másrestringido y habitual, coincidiendo con el significado de la palabra “dramático”, es unargumento serio o triste, algo patético, de intenso compromiso emocional, aunque nosiempre trágico, porque la tragedia, según lo que nos enseña el diccionario, implicasiempre un desenlace funesto, y el drama puede ser una comedia. También es un suceso dela vida real en el que ocurren desgracias, o en el que hay seres desgraciados. Invita a lareflexión el hecho de que nuestra juventud se vea tan frecuentemente motivada a utilizarlas pequeñas molestias de la vida para recordarnos, y para recordarse a sí misma, que noson ésos los verdaderos dramas. Lo cierto es que hoy, más que nunca, sentimos nuestromundo como un lugar donde abundan dramas verdaderos que a veces no sólo nosconmueven, sino que nos alcanzan y se meten en nuestra propia vida. No debe sorprender,entonces, que procurando defendernos de un drama intentemos quitarle importancia,arrinconándolo en algún lugar de nuestra mente con la esperanza de que no perturbenuestra forma de vivir. A veces, mediante el expediente de sacarle a las contrariedadescotidianas el rótulo que las convierte en dramas, logramos aliviarnos, pero en otrasocasiones, cuando de veras son graves, cuando “pesan” más de lo que preferimos creer, elrecurso que se resume en el consejo “no le des importancia”, “tratá de olvidar”, “nopienses en eso”, no funciona y, aunque no solemos darnos cuenta de la relación que existeentre una cosa y la otra, frecuentemente nuestro cuerpo “se” enferma. La sabiduría popularlo intuye muchas veces cuando utiliza la sentencia “te vas a enfermar”, pero prefierepensar que en esos casos la enfermedad es una consecuencia de no poder olvidar, antes quereconocer la influencia perniciosa de un drama que no se ha logrado inactivar recurriendoal olvido.Hace ya muchos años que la medicina ha descubierto la fundamental intervención de lasemociones inconcientes en enfermedades como el asma, la psoriasis, la colitis ulcerosa o laúlcera gastroduodenal. La investigación en ese terreno prosiguió su camino, corroborandouna y otra vez que no bastan los microbios o la disposición genética para que unaenfermedad se produzca. Suelen ser condiciones necesarias, pero no suficientes. Cuandoexploramos la vida de un enfermo, y estudiamos su momento actual como el producto deuna trayectoria biográfica que desemboca en ese particular presente, comprendemos que laalteración de su cuerpo oculta una historia ligada con un intenso compromiso afectivo. Deeste modo, con la misma eficacia con que un reactivo químico nos revela una sustanciaoculta, la investigación con el método apropiado nos revela el drama que el enfermoesconde o desestima, y que, sin embargo, lo afecta hasta el punto de alterar elfuncionamiento de sus órganos.75
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UNOEl camino de los sueñosDiscépo
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FORMAR PAREJADosEl número dos inau
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