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Fundación Luis Chiozza

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genital queda prácticamente interrumpida o adquiere características extremadamentepenosas y que la separación se presenta como un proceso largo, penoso y difícil, que nopuede resolverse en un plazo breve. En tales circunstancias es posible que una relacióngenital extraconyugal ayude a transitar las vicisitudes de un proceso inevitablementetraumático. Cuando a esta relación se suma el engaño, y cuando ese engaño constituye unaforma de infidelidad, estamos, como hemos visto, frente a otras cuestiones, que admitendiferentes variantes.Con el ánimo de “ser para siempre”Es obvio que, como lo ha señalado Bernard Shaw, la palabra “monogamia” no designa lacircunstancia de una sola mujer en la vida de un hombre, o de un solo hombre en la vida deuna mujer. Se trata de sólo una, o sólo uno, por vez, en una relación que se establece con elánimo de ser “para siempre”. Una relación en la cual el otro es elegido con el deseo de quesea consorte. No es lo mismo sacar de la valija sólo lo imprescindible para pasar la nocheen una habitación de hotel, que establecerse, acomodando todo, en una casa nueva. Unopodrá mudarse, la experiencia lo muestra, pero sólo disfrutará la vida cuando vacíecompletamente sus valijas en el lugar donde vive. Que el ánimo de ser “para siempre” seconcrete en una buena relación conyugal “para toda la vida” es difícil pero no es insólito.La dificultad no sólo proviene, como se ha señalado, del hecho de que la duración de lavida se ha prolongado en la última centuria, sino sobre todo de que en el desarrollo de susvidas ambos cónyuges suelen evolucionar de maneras muy diferentes. La historiaconvivida puede funcionar como una argamasa excelente y saludable, pero es ciertotambién que muchos matrimonios perduran gracias a que niegan la parálisis, ladependencia neurótica y el deterioro en que viven inmersos.André Maurois señalaba, de manera un tanto cínica, que un matrimonio vive al nivel delmás mediocre de los cónyuges. No cabe duda que de la confluencia de las capacidades deambos cónyuges dependerá en definitiva la vitalidad del vínculo. Un vínculo es vitalcuando sus integrantes conservan la capacidad de enriquecerse mutuamente y de encontrarlo nuevo en lo habitual. De modo que si es cierto que, como dice Ortega, el amor se apoyaen el interés y en la curiosidad, la permanencia de esas mismas virtudes ha de tener unvalor esencial en el amor duradero. Esto no quita su verdad al hecho de que, en el fondo delas tendencias polígamas que operan en otras culturas (y que funcionan gracias a laposibilidad de ¡reencontrar lo habitual en lo nuevo!), operan el interés y la curiosidad.La evolución y el cambioLlegamos así otra vez a descubrir que la estabilidad de una pareja es, como en los cuerposque estudia la física, una forma dinámica del equilibrio. Dado que los cambios, seanconcientes o inconcientes, son inevitables y continuos, la pareja permanece estable graciasa que cotidianamente se vuelve a suscribir, implícitamente, el contrato que la constituye.Aunque el vínculo perdure, los avatares de la convivencia generan a veces fantasías deruptura cuyo grado de cercanía a la realización efectiva es variable. Importa destacar eneste punto que, junto a lo que concientemente se contrata, existen condiciones inconcientesque se consideran esenciales y que se dan por convenidas. Son precisamente esosconvenios implícitos, que sólo se hacen manifiestos cuando no funcionan de acuerdo conlo que se había supuesto, los que ponen en crisis la estabilidad del vínculo. ¿Debemos21

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