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Fundación Luis Chiozza

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de nuestros padres malos. En algunos casos sucede que la necesidad de sentirse protegidopor ese padre omnipotente deriva en la convicción de haber tenido padres terrenales quefueron “de novela”. Lo que Freud describió con el nombre de “la novela familiar delneurótico” muestra claramente que detrás de los padres de novela suelen esconderse lospadres que, de acuerdo con lo que sentimos, se han transformado en malos. Frente acualquier acontecimiento penoso tenemos siempre dos alternativas: reconocer que “algohemos hecho”, o declararnos total y absolutamente irresponsables, mientras reclamamospor una vida más fácil. En este último caso podemos considerarnos víctimas de unadesgracia o de una injusticia. La desgracia es la pérdida de la gracia otorgada por Dios y, loadmitamos o no, en ese caso nuestra pretensión de inocencia no queda tranquila, ya que sedice de Dios que es inmensamente justo e inmensamente bueno. Cuando se trata de unainjusticia es distinto, nuestra responsabilidad queda a salvo, pero, claro está, lo logramos alprecio de creer en nuestra propia impotencia, renunciando a la idea de que se puede haceralgo. Los padres omnipotentes (los padres “de novela”) son siempre la contrafigura de lospadres impotentes, pero no siempre esos padres impotentes son padres en ruinas. No sóloporque las personas reales siempre tienen límites para su potencia (que son distintos paradistintos sectores), sino también porque la inmensa mayoría de las veces la figura de lospadres que “hubieran podido”, o su descalificación exagerada, nos defiende de verlos comopersonas con su propia vida y su particular infortunio.Los padres para quienes hemos sido His Majesty the baby son padres con los cualesnuestra relación puede atravesar varias etapas. En la primera serán siempre testigos denuestro indiscutible valor. Sentimos que para ellos somos o seremos pronto lo quedebemos ser, es decir, por lo menos, meritorios, valerosos, hermosos, juiciosos,inteligentes y buenos. Aunque sabemos que en el jardín de infantes no siempre ha sido elotro nene el que “nos pegó primero” y que no siempre podemos, hacemos o entendemos loque debemos, tenemos confianza en nuestros padres, creemos que su aprecio tiene unarazón de ser y pensamos que la discrepancia entre sus explicaciones y lo que nos sucede,pronto se resolverá confirmando su razón. Mientras perdure esta primera etapa y ellosconserven en nuestro ánimo su poder de convicción, poco nos importará que el mundo nosperciba como pretenciosos y arrogantes, ya que indudablemente es el entorno el que no nossabe valorar. En la segunda etapa las dificultades con el entorno arrecian y entonces lesdecimos a nuestros padres que no somos lo que ellos nos han dicho y lo que nos han hechocreer. Les decimos que los otros son los que tienen razón. Pero se lo decimos para que nosdesmientan, para que carguen con la culpa de los fracasos que nos duelen y, sobre todo,para que nos otorguen de urgencia los métodos con los cuales podremos hacer reconoceresos valores, que según ellos tenemos y en los cuales todavía queremos creer. Mientrasperdura esta etapa, y a pesar de lo que decimos, confiamos en esa imagen acerca denosotros mismos que dentro de nuestra casa aprendimos a ver. Entramos en la tercera etapacuando nuestros padres, aquellos que todo resolvían, dejan de ser quienes “todo lo saben” ynos desengañan porque ya no pueden otorgarnos, en nuestro transcurso por el mundo, eléxito que nos habían prometido. ¿Acaso pueden lograr que otra persona corresponda anuestro amor como lograron remplazarnos el helado que se nos había caído en el patio deljardín de infantes? Sucede entonces que a veces se nos acercan como si fueran amigos ynos cuentan partes de sus vidas que no queremos oír; y otras, en cambio, se convierten enpadres que temen nuestras acusaciones, y su miedo nos decepciona más. Es la etapa en lacual con nuestros padres nada tenemos que decirnos, porque, como sucede en otrasrelaciones cuando sentimos eso, no podemos decirnos lo único que querríamos hablar.Corresponde a esta tercera etapa que los hijos se enteren de cosas tales como que “a papáno le alcanza el sueldo y mamá tiene un amante”, o también que “es papá el que tiene unaamante y a mamá le duele la cabeza y no hay que hacerla disgustar”. Así nace, en los casos43

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