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Fundación Luis Chiozza

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morir, lo mismo que el nacer, es algo que ocurre “en” la vida y que le pertenece a ella porentero como fenómeno vital. Es necesario decirlo de una manera más clara. El nacimientode uno y la muerte de uno no son el comienzo y el final de la vida, sino solamente de lavida de uno. Lo que nace y lo que muere es uno, ya que la vida prosigue como vida que yano es de uno sino de otro.En segundo lugar, pero no menos importante, una cosa es morir, como un proceso que leocurre a uno, y otra cosa es “la muerte”, cuando se piensa en ella como algo que le sucedea uno recién cuando ha completado el proceso de morir “ingresando” en la muerte.Podemos decir, análogamente, que una cosa es ser concebido y “nacer” a la vida, como unproceso que le ocurre a uno, y otra cosa es lo que uno “era” cuando aún no habíacomenzado el proceso que lo ha constituido y que, en sentido amplio, llamamos “nacer”.Digamos, por lo pronto, que en uno y otro caso, después de morir y antes de nacer, somosrecuerdos y deseos (o temores) que existen en la vida de otros.En tercer lugar, el morir (y podría decirse casi lo mismo del nacer) no es algo queconocemos porque nos ocurre ahora o porque recordamos lo que nos ha ocurrido, sinoporque lo contemplamos como un proceso que ocurre en la vida de los seres queconsideramos semejantes. Esto nos lleva hacia una afirmación un tanto sorprendente que,sin embargo, puede ser corroborada por una observación atenta y perspicaz de las personasque han recibido la noticia de que morirán en una fecha más o menos cierta. A despecho delo que nuestra razón nos arroja en la cara, no creemos, de verdad, que moriremos. Lamuerte, como las calamidades que el diario nos informa, es “la clase de cosas” que lesocurren a otros. Por más que pensemos, una y otra vez en nuestra muerte, la muerte queforma parte de la vida, la muerte en la vida, la muerte “conocida” en nuestra vida, essiempre, inexorablemente, muerte de otro.El proceso que denominamos morirPodemos preguntarnos ahora qué es lo que sabemos acerca del morir. Decimos que en elmomento en que un ser vivo muere, lo que desaparece es su vida, pero no todos solemospensar lo mismo acerca de lo que significa que un ser vivo haya perdido su vida. Sabemos,por lo pronto, que su cuerpo físico no desaparece en el instante en que muere, sino que allícomienza un proceso de descomposición progresiva cuyo desarrollo temporal es conocidodesde antiguo. Agreguemos enseguida que el desagrado profundo, unido a lasrepresentaciones del cadáver, de la corrupción de la carne y del esqueleto humano,proviene de la insistencia inconciente con que le atribuimos a todas esas formasdescompuestas del cuerpo, la animación de la vida. Reparemos, como testimonio de lafuerza que posee esa creencia inconciente en la vida de ultratumba, en que la voluntad delque establece testamento disponiendo ser cremado se fundamenta muchas veces en eldeseo de evitar la descomposición de la carne, pero se fundamenta siempre en la asunciónde que un ser humano continúa siendo propietario de su cadáver aun después de que se hamuerto.Algunas de las funciones del cuerpo desaparecen de manera evidente en el instante en quese muere. El hecho de que se traslade por sus propios medios, que mueva distintas partesde su cuerpo o las manifestaciones que nos llevan a reconocerle a otro ser vivo unaconciencia desaparecen en la muerte, pero, en todas estas situaciones, distinguimos entreestados que consideramos transitorios, como en el caso del fenómeno cotidiano que91

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