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Fundación Luis Chiozza

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El derecho a los bienes parentalesCuando no se elaboran bien las situaciones en las cuales los padres asumen frente a loshijos la representación de la realidad social y de sus principios morales, nos encontramoscon una forma muy particular de la rebeldía que configura al “eterno adolescente”. Es unaforma que abunda en nuestra sociedad actual, de la cual se ha dicho que es una “sociedadsin padres”, aludiendo a la condición deficitaria de la autoridad paterna en la familia.Alexander Mitscherlich ha dedicado un libro, con ese título, al desarrollo del tema. Se tratade una condición que constituye una parte de la crisis de valores que impregna a nuestraépoca, dentro de la cual la autoridad, desprestigiada y a menudo espuria, despiertaantipatía. De este modo el “eterno adolescente” lo será independientemente de su edadcronológica, y deambulará por el mundo sintiendo que el entorno, responsable de susdesventuras, no le otorga la razón que pretende y que, cuando alguien se la otorga, lapseudoliberación de su responsabilidad que eso le produce no le alcanza para liberarlo dela impotencia en la que transcurre su vida.Encontramos una complicación significativa de ese tipo de irresponsabilidad adolescenteen el hijo que roba dinero u objetos a sus padres, a sus abuelos, o en el entorno que éstosfrecuentan. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que no todo lo que se llama “robo” esun robo, ya que, como sucede también en el caso del plagio intelectual, no siempre es fácilestablecer quién es el propietario legítimo de algunos tipos de bienes. Hay cosas que lospadres sólo generan gracias a la existencia de sus hijos, como la leche que una madreproduce gracias a que su hijo la succiona.Tal como lo expresó Freud en un trabajo acerca de los delincuentes por sentimientos deculpabilidad, muchas veces sucede que precisamente los sentimientos de culpa que surgenen torno a la idea de que los padres se “desviven” y destruyen para que los hijos progresenconducen a los hijos a conductas de robo cuya finalidad inconciente es poder atribuir esaculpa intensa a un delito concreto y menor. Se trata de una cuestión que, como ocurresiempre que la culpa se involucra, tiene una importancia grande, ya que, más allá del temaconstituido por los adolescentes que roban, afecta muchas veces de otras múltiples manerasal desarrollo de los hijos, como en el caso resumido en la conocida sentencia: “padreestanciero, hijo caballero, nieto pordiosero”.Es, sin duda, importante comprender que el robo se constituye precisamente por la culpaprevia que lo determina, pero lo esencial en el robo sigue siendo el mal uso que se hace delo que se siente como mal habido. Basta como ejemplo el frecuente derroche del dineroque se gana con culpa. Casi podríamos ceder a la tentación de definir al robo “al revés”,diciendo que el mal uso de lo habido pasa a ser más importante que la forma en que se loobtuvo. El dolor más importante de lo que se experimenta al sentirse víctima de un plagioradica en que la mayor parte de las veces la obra “secuestrada” es malentendida ydeformada. En este punto ingresamos nuevamente en el tema del hijo caballero y el nietopordiosero. Es el tema de la herencia de bienes que pasan de padres a hijos y que deberánhacerlo en el momento oportuno, para que pueda cumplirse lo dicho en la frase de Goethe:“lo que de tus padres heredaste debes adquirirlo a fin de poseerlo”. A menudo pasadesapercibido el hecho de que demasiado pronto suele ser tan dañino como demasiadotarde.35

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