informaciones grabadas, ideas, pensamientos y emociones que me caracterizan en parte yque, aunque puedo borrarlas, las intercambié con el entorno configurado en red. Perotambién es cierto que yo, como ella, tengo una memoria RAM, que todas las nochesconfigura mis sueños, una memoria en la cual borroneo y me expreso en un lenguaje llenode sobrentendidos que casi nadie entiende; en ella están los fragmentos que contienen lasideas que pienso y no consigo decir. Una memoria que inexorablemente se borrará cuandoyo (como mi computadora) me apague.Los recursos que usamos para negar la muerteEs muy difícil creer en algo que nunca nos ha sucedido, algo que hemos contemplado a losumo “desde afuera”; y si nuestra razón insiste con el desagradable corolario que nosanuncia que somos mortales (sostenido, más allá de la razón, por “otros” temores),disponemos de una cantidad de recursos que, peor o mejor elucubrados, intentarán debilitarla eficacia de lo que nos inquieta. Podemos pensar que continuaremos viviendo en nuestroshijos, en nuestras obras, o accediendo a una gloria póstuma que nos perpetúe en lamemoria de los hombres. Si sostenemos que morir es ingresar en la nada, podemos pensarque la muerte, allí, en la nada, en nada puede afectarnos. Si pensamos que vivir es unconstante morir de cada instante, la muerte queda reducida a un fenómeno familiar ycotidiano que no afecta la continuidad de nuestra vida. Podemos también pensar quenuestra alma sobrevivirá a la descomposición de nuestro cuerpo, dejando abierta laposibilidad futura de retornarlo a la vida o de reencarnarse en otro cuerpo. Decíamos quese intentará, por estos medios, disminuir el temor que el pensar en la muerte nos produce,pero es menester reconocer que no suele lograrse mucho de este modo. Mencionemos porfin los dos recursos que, siendo los más comunes, parecen ser, al mismo tiempo queinconcientes, los más eficaces en el alivio de nuestra inquietud frente a la muerte. Elprimero consiste en pensar que mi muerte ocurrirá en un tiempo tan remoto que, deacuerdo con lo que “de corazón” yo siento, es un tiempo que no existe. El segundo radicaen que mi muerte, en un cierto sentido, será la muerte de otro, porque cuando muera yoestaré allí, pensando que estoy muerto. En otras palabras: estaré viviendo mi “estarmuerto”. Un pensamiento semejante, llevado a su extremo, opera en la mayoría de loscasos de suicidio, en los cuales el suicida, cuando realiza el acto, no se identifica con el quemuere sino con el que mata. Encontramos testimonios de este modo de pensar (que de noser tan ubicuo juzgaríamos locura) en los numerosos comentarios acerca de la paz que “sedisfruta” en la muerte, o en los menos agradables que se refieren al sufrimiento en lafrialdad de la tumba. La muerte que le ocurre a uno es, para uno, incognoscible, dado quela conciencia de estar muerto es algo, por definición, contradictorio, si aceptamos que loque se conoce sólo se puede conocer estando vivo. Podremos sufrir nuestra agonía en unproceso que recién podrá afirmarse efectivamente que ha sido morir, después de quehayamos finalmente muerto, pero no podremos vivir real y ciertamente nuestra muerte. Yalo dice el poeta: “no temas, tú no verás caer la última gota que en la clepsidra tiembla”. Siaceptamos que cuando morimos ya no estamos en nuestro cadáver, debemos reconocer quesi compramos un lugar donde “caernos muertos” compraremos un pasaje en un avión en elcual no volaremos. Hemos dicho que nuestra muerte es de veras increíble y que, en elfondo de nuestro corazón, nos sentimos inmortales, y agregamos ahora que vivir nuestramuerte es imposible, cabe preguntarse entonces: ¿Qué es lo que tememos?En el íntimo desgarramiento que nos produce el conflicto (precipitado por un pensamientoacorde con el silogismo socrático) entre la muerte de otro (que no sólo nos resulta creíble y94
posible, sino que muchas veces nos parece también explicable) y la muerte propia (acercade la cual dijimos que en el fondo la sentimos como absolutamente increíble e imposible,pero además desconocida e inimaginable) surge la necesidad de comprender cuál es lafuente del archirrepetido temor a la muerte. Un temor que a veces, ante la supuestaproximidad de la muerte, funciona como una amenaza que conduce a revalorizar la vida.El temor a la muerteA pesar de que en el mundo de la psicoterapia se suele hablar a menudo de las ansiedadesde muerte, Freud se ocupó de señalar que no disponemos, ni siquiera en nuestroinconciente más profundo, de una representación de la muerte, dado que estamosconstituidos por estructuras biológicas que nunca han muerto, mientras que aquellas a lascuales la muerte sí les ha ocurrido (como es el caso, por ejemplo, de algunas células queuna vez fueron nuestras), ya no forman parte de lo que constituye nuestra vida. Freudseñalaba que el pretendido temor a la muerte en realidad oculta un temor al daño que nosocasiona un sufrimiento caracterizado por un incremento intenso de la sensación dedisplacer, y el paradigma privilegiado de ese daño se representa en lo inconciente, enopinión de Freud, por la mutilación del pene que denomina “castración”. Cesio (estudiandoen la sesión psicoanalítica una forma particular de somnolencia que llamó “letargo”) hainsistido repetidamente en que las imágenes que rodean a la idea de la muerte, como lasque acompañan a las palabras “cadáver”, “sepulcro” o “cementerio”, corresponden a lareactivación inconciente de las formas más primitivas del complejo de castración. No eséste el lugar ni la ocasión para argumentar a favor de la tesis que, acerca de lo quedenomina “Complejo de castración”, sustenta Freud, porque lo que nos interesa subrayarahora se limita a la ausencia de una representación inconciente de la muerte y al hechoincontrovertible de que aquello que se teme, en última instancia, es un sufrimiento que sólopuede ocurrir en vida. De hecho, las representaciones que adquiere el temor a la muerteremiten muchas veces a una claustrofobia que puede referirse a vicisitudes de la vida fetal.Otras veces las fantasías de merecer un castigo alimentan la idea de que se sufrirá unamuerte lenta, caracterizada por un progresivo deterioro y una interminable agonía. Parecesensato suponer que sólo podemos temer algo semejante a lo que una vez ya nos hizosufrir, y que lo que tememos, conocido y reprimido, es un sufrimiento actual que adquierela forma conciente de un temor a lo desconocido. Reparemos en que la palabra“desconocido” contiene en su formación precisamente la idea de que se des-conoce algoque en verdad se conoce. Reparemos también en que la actividad inmunitaria “reconoce”,en el contexto de lo familiar, lo que una vez fue conocido y hoy es extraño. Reparemos porfin en que, a partir de Freud, podemos equiparar lo siniestro con aquello que, habiendo sidofamiliar, se vuelve extraño. Quizás sea éste el momento en que debemos afrontar unacuestión de fondo. Siempre se podrá argumentar que, en tanto nos referimos a procesos queno conocemos (como en el caso de lo que ocurre con la propia conciencia cuando unocompleta el proceso que llamamos morir), ninguna afirmación acerca de lo que entoncessucede será válida, como no lo será decir, por ejemplo, que una vez muertos no podemossufrir. La objeción no parece sin embargo justificada, ya que lo esencial radica en quecarecemos de argumentos para atribuir al hecho de estar muerto estados de concienciasimilares a los que conocemos en la vida, y gracias a los cuales es posible sufrir.La importancia de lo no vividoCuando alguien que conocemos muere, solemos tratar de comprender su muerte a partir de95
- Page 3:
ÍNDICEPáginaPROLOGO..............
- Page 6 and 7:
8- El canto de las sirenas debe esc
- Page 8 and 9:
UNOEl camino de los sueñosDiscépo
- Page 10 and 11:
por alguien, y que ese alguien no e
- Page 12 and 13:
FORMAR PAREJADosEl número dos inau
- Page 14 and 15:
mancomunamos. Ahora vemos que cuand
- Page 16 and 17:
alimentan las diferentes formas de
- Page 18 and 19:
completamente, ya que sus efectos p
- Page 20 and 21:
satisfacer. Cuando alguien emprende
- Page 22 and 23:
concluir entonces que una pareja de
- Page 24 and 25:
dependencia inconciente, un circulo
- Page 26 and 27:
ENTRE PADRES E HIJOSLa concepción
- Page 28 and 29:
muchos los que giran en el límite
- Page 30 and 31:
modos en que transcurrirá más tar
- Page 32 and 33:
manifiesta el íntimo desgarramient
- Page 34 and 35:
exigen que se asuma plenamente la r
- Page 36 and 37:
La separación de los hijosUna part
- Page 38 and 39:
ofrecerle. Es claro que, durante lo
- Page 40 and 41:
constituida por el padre, la madre
- Page 42 and 43:
perdura toda la vida sin ocasionar
- Page 44 and 45: extremos, un tipo de “orfandad”
- Page 46 and 47: EL TRABAJO Y LA VIDA EN SOCIEDADEl
- Page 48 and 49: muchas páginas acerca del trabajo
- Page 50 and 51: mayor o menor capacidad para lidiar
- Page 52 and 53: identidad de un individuo y contrib
- Page 54 and 55: con su diversidad, constituye el re
- Page 56 and 57: constituye nuestra convivencia como
- Page 58 and 59: coincide, en aproximación grosera,
- Page 60 and 61: caminamos o comemos, por el solo he
- Page 62 and 63: la verdadera educación no consiste
- Page 64 and 65: al servicio de la supervivencia. Es
- Page 66 and 67: materializan las ideas en la realid
- Page 68 and 69: noción construida. Pasado y futuro
- Page 70 and 71: manifiesta como una enfermedad en e
- Page 72 and 73: proyectos se distribuye entre ellos
- Page 74 and 75: permiso) se expresan con verbos, pe
- Page 76 and 77: Mientras pago la cuenta y oigo al m
- Page 78 and 79: histeria, se comprendía mejor como
- Page 80 and 81: existencia psíquica. La historia d
- Page 82 and 83: meta hacia la cual apuntamos nuestr
- Page 84 and 85: en los programas que la computadora
- Page 86 and 87: el alivio obtenido en esas condicio
- Page 88 and 89: permanece “en curso” y cuya int
- Page 90 and 91: LA MUERTE QUE FORMA PARTE DE LA VID
- Page 92 and 93: denominamos dormir, y la desaparici
- Page 96 and 97: lo que sabemos acerca de su vida. E
- Page 98 and 99: forma que su contorno dibuja. A est
- Page 100 and 101: EL MALENTENDIDOSobre el hablar y el
- Page 102 and 103: Las palabras como representantesTal
- Page 104 and 105: es siempre interpretar, y que no ex
- Page 106 and 107: fabrique con más fresas en Francia
- Page 108 and 109: La importancia de lo sobrentendidoE
- Page 110 and 111: Sobre los modos del decirEste tema
- Page 112 and 113: malentendido. Ese desencuentro, sin
- Page 114 and 115: EL CAMINO DE VUELTA A LA SALUDCuand
- Page 116 and 117: lo caracteriza lo que, por ejemplo,
- Page 118 and 119: Del mismo modo que una herida super
- Page 120 and 121: ser necesario para modificar, aunqu
- Page 122 and 123: avatares que nos depara el presente
- Page 124 and 125: comienzo que desemboca en las vicis
- Page 126 and 127: coincidiendo con esa limitación qu
- Page 128 and 129: que vivimos en “el presente” de
- Page 130 and 131: que funciona cada vez en condicione
- Page 132 and 133: LA RECUPERACIÓN DE LAS GANASLas ga
- Page 134 and 135: tendríamos que conformarnos con un
- Page 136 and 137: Otra de las conclusiones surgidas d
- Page 138 and 139: clemencia, nos sentimos finalmente
- Page 140 and 141: angustia, y el trauma del haber rec
- Page 142 and 143: uno el trabajo de digerir, para emp
- Page 144 and 145:
Cuando Almafuerte, en uno de sus si
- Page 146 and 147:
LA SOLEDAD, LA DECEPCIÓN Y LA ESPE
- Page 148 and 149:
valores surgen de las importancias,
- Page 150 and 151:
temperatura ambiente, de modo que t
- Page 152 and 153:
Recordemos que la palabra “person
- Page 154 and 155:
vuestras últimas ilusiones”, dad
- Page 156 and 157:
tanto en lo que somos sino en lo qu
- Page 158 and 159:
Llegamos así a la conclusión de q
- Page 160 and 161:
cual todos y cada uno de nuestros d
- Page 162 and 163:
solamente extraemos, para reforzar
- Page 164 and 165:
Una vez reconocida la función fund
- Page 166 and 167:
acompaña a la ruina o como el plac
- Page 168 and 169:
Comprobamos, una y otra vez, que no
- Page 170 and 171:
que la seguridad retorne bajo la fo
- Page 172:
10-Navegar es necesario, vivir noCo