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Fundación Luis Chiozza

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que la seguridad retorne bajo la forma de un proyecto forzado en el cual se vuelca, conterquedad, la vida. Es necesario, en cambio, mantener el impulso hacia adelante en elmínimo imprescindible para conservar el gobierno, y aferrarse al timón. Experimentamosla necesidad de proporcionarle un sentido a nuestra vida apuntándola en alguna dirección.Navegar es lo contrario de flotar al garete, abandonados a los caprichos del destino.Navegar es elegir un rumbo y encaminar la proa, realizando cada día la tareaimprescindible para mantener el curso. Esa tarea implica el esfuerzo de un trabajo y unaresponsabilidad, pero cuando el temporal amaina hace falta también un lugar para el ocio,porque el ocio, que abre un espacio creativo, no se opone al trabajo, sino al negocio. Altrabajo se opone la molicie, que es la blandura irresponsable del pusilánime que se dejaestar y vive “al garete”, sin conservar el impulso necesario para gobernar el timón.7- El puerto de destino es una conjeturaCuando alguien levanta su brazo para arrojarnos una piedra podemos agacharnos. Tambiénpodemos, hasta cierto punto, proyectar las trayectorias de los actores de una escena, paraestimar hacia dónde los conducen sus actos, y saber, de manera previsora, lo que debemoshacer en el presente. Nuestra capacidad para adelantarnos al futuro no alcanza, sinembargo, para justificar el que nos pre-ocupemos con aquello de lo que todavía nopodemos ocuparnos. Nuestros deseos y temores son recuerdos, pero es verdad que nuncase vuelve al lugar de donde se ha salido, porque lo que “vuelve” no es igual a lo que fue.La mayor parte de lo que deseamos o tememos no ocurre del modo en que lo habíamosimaginado. Posible, dirá Weizsaecker, es lo no realizado, lo que ya se ha realizado es ahoraimposible. No se puede ir dos veces a París por vez primera.Un puerto de destino otorga sentido y dirección a nuestra vida, pero si reflexionamos en loque el pasado nos ha dado vemos que el logro se acumula en la ruta, no se obtiene “todojunto” en la meta; y en algo difiere, además, del propósito inicial. Aprendemos muy prontoque los logros que obtenemos, al llegar ya no son fines, sino medios necesarios paraalcanzar otro fin. Una razón más para sostener que el fin no siempre puede justificar losmedios.Permanecer sin cambiar es también imposible. La experiencia nos muestra que lo que noavanza retrocede y que lo que no progresa se arruina. Podemos comprobar que cuandoel descanso se prolonga más allá de restaurar las fuerzas se pierde agilidad. Si aceptamosque cumplido un período de tiempo es necesario nacer, debemos también admitir que elcambio que hoy tememos es un proceso que se ha iniciado ayer. Si es cierto que, comodijimos antes, una vez que se ha partido es imposible volver, no es menos cierto que unavez que se ha llegado es necesario partir. La importancia no reside entonces en llegar, sinoen la manera como se recorre el camino.8- El canto de las sirenas debe escucharse atadoSi no encontramos la manera de realizar nuestros deseos y renunciamos a la acción,nuestro ánimo se puebla de sueños. Pero es imprescindible distinguir entre los sueños,como afirma el Prometeo de Esquilo, aquellos que han de convertirse en realidad. Cuandoel que espera desespera frente al esfuerzo que lo separa de la meta, corre el riesgo de ser170

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