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Al principio, cabía la hipótesis de que los secuestros fueran obra de bandas alineadas

con alguna facción política, con la intención de desestabilizar al nuevo gobierno del país.

Sin embargo, no era esa la razón. Si bien los criminales haitianos son conocidos por

emplear medios brutales con fines políticos, en el caso de los secuestros se trataba casi

siempre solo de dinero.

Más adelante llegaré a cómo atamos todos los cabos para descubrir quiénes eran los

secuestradores y qué querían realmente (una información inestimable cuando se trata de

negociar con esta clase de bandas y de ganarles la partida). Pero primero quiero hablar

del catalizador de las negociaciones a vida o muerte en las que te lo juegas todo: esto es,

de lo poco que acontece realmente en la superficie.

Cuando aquel lunes el sobrino de la política secuestrada recibió la llamada de los

secuestradores pidiendo un rescate, se quedó tan petrificado que solo podía pensar en

una cosa: pagar. Su reacción es lógica: cuando se recibe una llamada de unos criminales

violentos que afirman que matarán a tu tía a menos que les pagues inmediatamente,

parece imposible encontrar un punto de ventaja en la situación y tomar la iniciativa. Así

que lo mejor es pagar el rescate y que liberen al familiar, ¿no es así? Error. Siempre hay

un punto de ventaja. Las negociaciones no son nunca una fórmula lineal, en la que X e Y

suman Z. Todos tenemos puntos ciegos irracionales, necesidades ocultas y nociones

inconscientes poco desarrolladas.

Una vez que comprendas el inframundo de las necesidades y los pensamientos no

revelados, descubrirás también un nuevo universo de variables que podrás utilizar para

influir en las necesidades y expectativas de tu interlocutor. Desde el pánico que tienen

algunas personas a las fechas límite hasta el misterioso poder de los números impares,

pasando por nuestra mal entendida relación con la idea de lo justo, siempre existen

recursos para moldear la realidad del oponente de manera que se ajuste a lo que al final

vas a darle y no a lo que él o ellos piensen inicialmente que merecen recibir.

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