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Mi alumno silenció el teléfono mientras el agente describía otras propiedades y

empleó ese momento para discutir el precio con su jefe. Rápidamente le dio luz verde

para hacer una oferta a la baja —un punto de anclaje extremo— para intentar

llevar al agente a su mínimo.

Tras preguntarle al agente si el vendedor estaría dispuesto a cerrar un trato

rápidamente, y de obtener un «sí» como respuesta, mi alumno lanzó su punto de anclaje.

—Creo que ya he escuchado suficiente —dijo—. Estamos dispuestos a hacer una

oferta de 3.400.000 dólares.

—Bien —contestó el agente—. Está muy por debajo del precio que pedimos. Sin

embargo, puedo presentarle la oferta al vendedor y ver qué le parece.

Un poco más tarde, ese mismo día, el agente le hizo una contraoferta. El vendedor le

había dicho que la cifra era muy baja, pero que estaba dispuesto a aceptar 3.700.000. Mi

alumno casi se cae de la silla; la contraoferta estaba incluso por debajo de su objetivo.

Pero en lugar de quedarse con esa cifra —y arriesgarse a dejar un margen de valor sobre

la mesa, con una ganancia débil—, mi alumno presionó un poco más. Dijo «no» sin

emplear la palabra.

—Está más cerca del valor que nosotros creemos que tiene —dijo—, pero,

honradamente, no podemos pagar más de 3.550.000 dólares.

Más tarde mi alumno me comentó —y estuve de acuerdo— que debería haber usado

una etiqueta o una pregunta calibrada para obligar al agente a apostar en contra de sí

mismo. Pero estaba tan sorprendido por lo mucho que había bajado el precio que cayó en

el regateo a la vieja usanza.

—Solo estoy autorizado a bajar hasta 3.600.000 dólares —respondió el agente,

dejando ver claramente que nunca había recibido una clase de negociación que le

enseñara el modelo Ackerman ni cómo cambiar los términos para evitar el regateo.

El jefe de mi alumno le hizo una señal indicándole que 3.600.000 dólares le parecía

bien y acordaron este precio.

Yo he probado varias de las técnicas que empleó mi alumno para negociar con éxito

un gran trato para su firma, desde el empleo de etiquetas y preguntas calibradas hasta

la exploración de los constreñimientos para desvelar un bello cisne negro. Es

importante señalar, asimismo, que mi alumno previamente había trabajado un montón y

había preparado etiquetas y preguntas de modo que estaba listo para atrapar al cisne

negro cuando se lo ofreció el agente.

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