11.12.2022 Views

rompe-la-barrera-del-no-chris-voss

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Evita la confrontación

Puedo admitir sin ambigüedades que mi retorno a Estados Unidos inició un período de

cuestionamiento y reflexión. Llegué a dudar de gran parte de lo que estábamos haciendo

en el FBI. Si lo que sabíamos hacer no era suficiente, había que hacerlo mejor.

El verdadero cubo de agua fría a mi llegada me cayó cuando estaba revisando la

información sobre el caso, a mucha de la cual no habíamos tenido acceso cuando

estábamos sobre el terreno. Entre la pila de documentos descubrí un dato que me dejó

anonadado.

Alguien había escuchado a Martin Burnham hablar por teléfono con alguien. Me

pregunté cómo era posible que nuestro rehén estuviese hablando por teléfono con

alguien sin que nosotros supiéramos nada. ¿Y con quién hablaba? Solo hay una razón

posible por la que a un rehén le dejan ponerse al teléfono. Para demostrar que sigue con

vida. Alguien más había estado intentando rescatar a los Burnham.

Resultó ser un tipo que trabajaba para un político filipino corrupto y que había

conducido una negociación paralela para liberar a los Burnham. Quería rescatar a los

rehenes él mismo para presumir delante de la presidenta Arroyo.

Pero no se trataba solo de que este tipo estuviese actuando a nuestras espaldas. Como

más tarde se puso de manifiesto, estaban sucediendo muchas cosas a la sombra. Lo que

hacía que me llevaran los demonios era que este imbécil, que no era un negociador

profesional, formado por el FBI, había logrado algo que yo no pude hacer.

Había logrado hablar con Martin Burnham por teléfono. Gratis.

Fue en ese momento cuando me di cuenta de que el hecho de que aquel politicucho

corrupto hubiera tenido éxito donde nosotros fracasamos era una especie de metáfora de

todo lo que había fallado en nuestra mentalidad unívoca.

Aparte de los problemas que tuvimos con el ejército filipino, la razón por la cual no

habíamos tenido ninguna influencia efectiva sobre los secuestradores ni los rehenes

había sido nuestro apego mental a una estricta economía del ojo-por-ojo. Conforme a esa

mentalidad, si llamábamos a los malos, ya estábamos pidiéndoles algo, y si nos lo daban,

entonces tendríamos que darles nosotros algo a cambio. Y, como estábamos seguros de

que los Burnham seguían con vida, nunca nos molestamos en llamar y pedir una prueba

de ello. No queríamos contraer una deuda con los secuestradores.

Si hacíamos una «petición» y ellos respondían, ya les debíamos una. No corresponder

158

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!