11.12.2022 Views

rompe-la-barrera-del-no-chris-voss

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

No intentes negociar en medio de un tiroteo

En cuanto llegué a Manila para trabajar en el caso Burnham-Sobero me enviaron al sur, a

la región de Mindanao, donde el ejército filipino estaba atacando con armas de fuego y

cohetes un complejo hospitalario en el que se habían atrincherado los secuestradores de

Abu Sayyaf con los rehenes.

Aquel no era lugar para un negociador, porque es imposible sostener un diálogo en

mitad de un tiroteo. La situación empeoró aún más: cuando me levanté al día siguiente

me informaron de que los secuestradores habían escapado con los rehenes durante la

noche.

Que se hubieran «escapado» fue la primera señal de que esa operación iba a ser un

absoluto desastre y de que el ejército filipino era el socio menos fiable que uno pudiera

imaginar.

Durante las reuniones informativas que siguieron a aquel episodio, se reveló que

durante un alto el fuego un miembro del ejército había recogido un maletín de manos de

los secuestradores en el hospital y, no mucho después de eso, todos los soldados que

guardaban el perímetro trasero del edificio habían sido llamados para acudir a una

«reunión». Casualmente o no, los malos habían escogido ese momento para fugarse.

Las cosas se pusieron realmente feas un par de semanas más tarde, el día de la

Independencia de Filipinas, cuando Abu Sabaya anunció que iba a decapitar a uno de los

rehenes «blancos» a menos que el gobierno no cesara su persecución antes del mediodía.

Sabíamos que se refería a uno de los ciudadanos estadounidenses y supusimos que sería

Guillermo Sobero.

En ese momento no teníamos ningún contacto directo con los secuestradores porque

nuestros socios del ejército filipino nos habían asignado un intermediario que siempre se

«olvidaba» de avisarnos para que estuviéramos presentes cuando los secuestradores

llamaban (y que también se «olvidaba» de grabar esas llamadas). Lo único que podíamos

hacer era enviar mensajes de texto ofreciendo una cita para hablar.

Lo que sucedió al final fue que, justo antes del límite anunciado, a mediodía, Sabaya y

un miembro del gabinete presidencial tuvieron una conversación en un programa de

radio, y el gobierno accedió a la petición de Sabaya de nombrar a un senador malayo

como negociador. A cambio, Sabaya prometía no matar a ningún rehén.

Pero era tarde para arreglar esta atmósfera de confrontación, desconfianza y mentiras.

154

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!