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La Seleccion - Kiera Cass

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Su madre no mejoró y no consiguieron quitarse la deuda de encima, de modo

que Lucy y su padre llevaban muchísimo tiempo viviendo con aquella familia.

Por lo que y o sé de cómo los trataban, no era mucho mejor que vivir en un

granero.

» El hijo de la familia se fijó en Lucy, y y a sé que a veces no importa la

diferencia de castas, pero de una Seis a un Tres la distancia es muy grande.

Cuando su madre descubrió las intenciones de su hijo, vendió a Lucy y a su

padre al palacio. Recuerdo cuando llegó. Se pasó días llorando. Debían de estar

terriblemente enamorados.

Miré a Lucy. Por lo menos en mi caso uno de los dos pudo decidir. En el suy o,

no tuvo ninguna opción y perdió al hombre al que amaba.

—El padre de Lucy trabaja en los establos. No es muy rápido ni muy fuerte,

pero muestra una dedicación increíble. Y Lucy es doncella. Sé que puede

parecerle tonto, pero ser una doncella en palacio es un honor. Somos la primera

línea. Somos las que han considerado suficientemente preparadas, listas y

atractivas como para poder presentarnos ante cualquiera. Nos tomamos nuestro

trabajo muy en serio, y con motivo. Si la fastidias, te meten en la cocina, donde

te pasas el día trabajando, mal vestida. O te mandan a cortar leña, o a rastrillar el

jardín. Se puede servir de muchas formas diferentes.

Me sentía tonta. Para mí, todas eran Seises. Sin embargo, dentro de aquella

categoría había clases, distinciones que no alcanzaba a comprender.

—Hace dos años el palacio sufrió un ataque en plena noche. Les quitaron los

uniformes a los guardias y se creó una gran confusión. Fue tal el barullo que

nadie sabía a quién atacar o defender, y la gente se coló por todas partes… Fue

terrible.

Me estremecí solo de pensarlo. La oscuridad, la confusión, las dimensiones

del palacio. En comparación con lo de la mañana, parecía obra de los sureños.

—Uno de los rebeldes atrapó a Lucy —Anne bajó la vista un minuto y luego

añadió en voz baja—: No creo que tengan muchas mujeres en sus grupos, no sé

si me entiende.

—¡Oh!

—Eso no lo vi personalmente, pero Lucy me contó que el tipo estaba cubierto

de suciedad. Me dijo que no paraba de lamerle la cara.

Anne se estremeció solo de pensarlo. A mí se me encogió el estómago, y

temí que pudiera devolver el desay uno. Era asqueroso, y entendía perfectamente

que alguien que había pasado tanto miedo se viniera abajo ante un ataque similar.

—El tipo se la llevaba a rastras, y ella gritó con todas sus fuerzas. Con el

tumulto reinante era difícil oírla. Pero apareció otro guardia, este de verdad.

Apuntó y disparó al hombre justo en la cabeza. El rebelde cay ó al suelo, con

Lucy aún agarrada. Quedó cubierta de sangre.

Me tapé la boca. No podía imaginarme que alguien tan delicado como

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