18.12.2022 Views

La Seleccion - Kiera Cass

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

cubertería de plata. No obstante, de la comida no había ni rastro. Ni siquiera un

olor que prometiera. Más allá, en una esquina, observé un grupito de sofás. Unos

cuantos cámaras, apostados en diferentes puntos, grababan nuestra llegada.

Fuimos entrando y nos sentamos donde quisimos, ya que allí no había

cartelitos con nuestros nombres. Marlee estaba en la fila de delante de la mía, y

Ashley se sentó a mi derecha. No me molesté en mirar dónde estaban las demás.

Daba la impresión de que muchas habían hecho al menos una amiga, igual que

y o tenía mi aliada en Marlee. Ashley había elegido sitio a mi lado, así que supuse

que desearía mi compañía. Aun así, no decía nada. A lo mejor estaba contrariada

por el informe de la noche anterior. Por otra parte, el día anterior también había

estado muy callada. Quizá fuera su carácter. Pensé que lo peor que podía

pasarme es que no me respondiera, así que decidí al menos saludarla.

—Ashley, estás preciosa.

—Oh, gracias —dijo, en voz baja. Ambas comprobamos que las cámaras

estaban lejos. No es que la conversación fuera privada, pero no nos hacían

ninguna falta—. ¿No es divertido llevar todas estas joy as? ¿Y las tuy as?

—Humm, a mí me pesaban demasiado. He preferido ir más ligera.

—¡Sí que pesan! Me da la impresión de que llevo diez kilos en la cabeza. Pero

no podía dejar pasar la ocasión. ¿Quién sabe cuánto tiempo nos quedaremos?

Aquello tenía gracia. Ashley parecía bastante segura de sí misma desde el

principio. Con aquel aspecto y aquella compostura, era ideal como princesa. Me

parecía raro que dudara de sí misma.

—Pero ¿no crees que ganarás? —pregunté.

—Por supuesto —susurró—. ¡Pero es de mala educación admitirlo! —

contestó, y me guiñó un ojo, lo que me hizo soltar una risita.

Otro error por mi parte. Aquella risita llamó la atención de Silvia, que estaba

entrando en aquel momento.

—Chis, chis. Una dama nunca levanta la voz más allá de un leve murmullo.

Se hizo el silencio. Me pregunté si las cámaras habían registrado mi error, y

me noté las mejillas calientes.

—Buenos días, señoritas. Espero que todas descansarais bien en vuestra

primera noche en palacio, porque ahora empieza el trabajo. Hoy empezaremos

las clases de conducta y protocolo, proceso que continuará durante toda vuestra

estancia. Sabed que informaré de cualquier falta de comportamiento por vuestra

parte a la familia real.

» Sé que puede sonar duro, pero esto no es un juego que podáis tomaros a la

ligera. Una de las presentes en esta sala será la próxima princesa de Illéa, lo cual

no es poco. Debéis esmeraros en mejorar, cualquiera que fuera vuestro origen.

Os convertiréis en damas de la cabeza a los pies. Esta misma mañana recibiréis

vuestra primera clase.

» Las buenas maneras en la mesa son muy importantes, y antes de que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!