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tendrá algo que te guste.
Abrí la boca y la cerré dos o tres veces. Me sentí tentada de lanzar otro
ataque contra Maxon, pero no quería que Marlee le encontrara nuevos defectos.
Así que me lo pensé.
¿Qué tenía Maxon de atractivo?
—Bueno, cuando baja la guardia está bien. Quiero decir, cuando habla sin
rebuscar las palabras o cuando lo pillas con la mirada perdida en algo, como si…,
como si estuviera buscando la belleza en ello.
Marlee sonrió, y supe que ella también había notado aquello.
—Y me gusta porque parece que se implica de verdad cuando te escucha,
¿sabes? Aunque tenga que dirigir un país y gestionar mil cosas… Es como si se
olvidara de todo eso cuando está contigo. Se dedica de lleno a lo que tiene entre
manos. Eso me gusta.
» Y… bueno, no se lo digas a nadie, pero sus brazos…, me gustan sus brazos.
Al final me ruboricé. Idiota… ¿Por qué no me había limitado a hablar de los
detalles positivos sobre su personalidad? Por suerte, Marlee no tuvo ningún
problema en hacer suyo el comentario.
—¡Es verdad! Se le notan los brazos bajo esos trajes tan gruesos, ¿verdad?
Debe de ser increíblemente fuerte —suspiró Marlee.
—Me pregunto por qué. Quiero decir…, ¿por qué tendría que ser tan fuerte?
Trabaja sentado tras una mesa. Es raro.
—A lo mejor le gusta hacer posturitas delante del espejo —propuso Marlee,
haciendo una mueca y flexionando sus bracitos.
—¡Ja, ja! Seguro que es eso. ¿A que no se lo preguntas?
—¡Ni hablar!
Parecía ser que Marlee se lo había pasado estupendamente. Me pregunté por
qué no me lo había mencionado Maxon la noche anterior. Por su reacción, daba
la impresión de que no la había visto siquiera. ¿Sería por timidez?
Miré por la sala y vi que más de la mitad de las chicas parecían tensas o de
mal humor. Janelle, Emmica y Zoe escuchaban atentamente algo que les estaba
contando Kriss. Esta sonreía y parecía animada, pero Janelle estaba nerviosa y
preocupada, y Zoe se mordía las uñas. Emmica estaba hurgándose un granito
justo por debajo de la oreja, con la cabeza en otra parte y con una expresión de
cierto dolor en el rostro. A su lado, Celeste y Anna, muy diferentes entre sí,
mantenían una charla intensa. Como era típico en ella, Celeste hablaba con
petulancia. Marlee se dio cuenta de que estaba mirando y me aclaró lo que
sucedía.
—Las que están malhumoradas son las que no han salido aún con él. Me dijo
que y o era su segunda cita del jueves. Parece que está intentando salir con todas.
—¿De verdad? ¿Tú crees?
—Sí. Bueno, míranos a nosotras. Estamos bien, y es porque ha quedado con