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Oí que Silvia nos llamaba a todas para que ocupáramos nuestros asientos, así que
hice acopio de valor y salí de detrás de la cortina.
Marlee me había guardado un asiento a su lado, y observé la cara de
asombro cuando me vio llegar.
—¿Qué le ha pasado a tu vestido? —susurró.
—Celeste —respondí indignada.
Emmica y Samantha, que estaban sentadas delante de nosotras, se giraron.
—¿Te ha roto el vestido? —preguntó Emmica.
—Sí.
—Ve a Maxon y chívate —sugirió—. Esa chica es una pesadilla.
—Lo sé —dije, con un suspiro—. Se lo diré la próxima vez que le vea.
—¿Quién sabe cuándo será eso? —preguntó Samantha, con tristeza en la voz
—. Yo pensaba que pasaríamos más tiempo con él.
—America, levanta el brazo —dijo Marlee, que introdujo hábilmente los
restos de mi manga bajo el lateral del vestido, al tiempo que Emmica arrancaba
unos cuantos hilos sueltos. Quedó como si no le hubiera pasado nada. En cuanto a
las marcas de las uñas, bueno, al menos las tenía en el brazo izquierdo, en el lado
más alejado de la cámara.
Ya era casi la hora de empezar. Gavril estaba repasando sus notas cuando
llegó por fin la familia real. Maxon llevaba un traje azul oscuro y lucía una
insignia en la solapa con el escudo nacional. Parecía atento a todo lo que sucedía,
pero tranquilo.
—Buenas noches, señoritas —dijo, sonriente y desenfadado.
Todas respondimos con un « alteza» a coro.
—Quería informarlas de que haré un breve anuncio y luego presentaré a
Gavril. Será agradable cambiar el orden por una vez: ¡siempre es él quien me
presenta a mí! —Soltó una risita corta y todas correspondimos—. Supongo que
algunas de ustedes estarán un poco nerviosas, pero no tienen por qué. Limítense a
ser ustedes mismas. La gente quiere conocerlas.
Nuestros ojos se encontraron unas cuantas veces mientras hablaba, pero no lo
suficiente como para poder leer en ellos. No parecía que le llamara la atención
mi vestido. Mis doncellas se llevarían una decepción.
Se volvió hacia el estrado y nos deseó suerte por encima del hombro.
Yo notaba que algo estaba pasando. Supuse que aquel anuncio que iba a hacer
tendría que ver con lo que nos había dicho el día anterior, pero no me imaginaba
qué podía ser. El pequeño misterio de Maxon me distrajo, por lo que y a no me
sentía tan nerviosa. Cuando sonó el himno y la cámara enfocó el rostro de
Maxon, y a me encontraba mejor. Había visto el Report cada semana desde que
era una cría. Era la primera vez que Maxon se dirigía al país de aquel modo. En
aquel momento pensé que me habría gustado poder desearle buena suerte
también a él.