18.12.2022 Views

La Seleccion - Kiera Cass

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Sí. Es solo que algunas de las chicas me miraban mal durante la cena —

dije, intentando no parecer una llorica.

—Solo están un poco nerviosas porque le has gustado mucho a la gente —

respondió, quitándole hierro al asunto.

—Pero tú también le has gustado a la gente. He visto los carteles. ¿Por qué no

te hacen lo mismo a ti?

—No has pasado mucho tiempo con grupos de chicas, ¿verdad? —me

preguntó, con una sonrisa pícara, como si y o supiera lo que estaba pasando.

—No. Sobre todo con mis hermanas —confesé.

—¿Te educaron en casa?

—Sí.

—Bueno, y o estudié con un grupito de otras Cuatros en casa, todas chicas, y

cada una tiene su método para influir en las demás. Fíjate: todo consiste en

conocer a la persona, en pensar qué es lo que le molestará más. Muchas de las

chicas me hacen cumplidos ambiguos, o pequeñas observaciones, cosas así. Sé

que me ven como una persona superficial y extrovertida pero que, en realidad,

es tímida, y creen que pueden ir mellando mi autoestima con palabras.

Fruncí el ceño. ¿Lo hacían aposta?

—Para ti, como te ven reservada y misteriosa…

—Yo no soy misteriosa —la interrumpí.

—Un poquito sí. Y a veces la gente no sabe si interpretar el silencio como

confianza en ti misma o como miedo. Te miran todo el rato como si fueras un

bicho raro, a ver si al final consiguen que te sientas como tal.

—¡Vay a! —Eso tenía cierto sentido. Me pregunté qué era lo que estaba

haciendo, si de algún modo estaba recordándoles a las otras sus propias

inseguridades—. ¿Y tú qué haces? Cuando quieres que te traten bien, quiero decir.

—No hago ni caso —respondió, sonriendo—. Tengo una conocida que se pone

tan furiosa cuando no consigue fastidiarte que acaba hundiéndose. Así que no te

preocupes —dijo—. Lo único que tienes que hacer es dejarles claro que no te

afecta lo que hagan.

—Y no me afecta.

—Te creo…, pero no del todo —soltó una risita, un sonido cálido que se

evaporó en el silencio del pasillo—. ¿Te puedes creer que vay amos a conocerle

por la mañana? —preguntó, pasando a temas, a su modo de ver, más

importantes.

—No, en realidad no.

Maxon parecía una suerte de fantasma que deambulara por el palacio,

siempre presente pero intangible.

—En fin, buena suerte mañana —dijo, y estaba claro que era sincera.

—Mejor suerte aún para ti, Marlee. Estoy segura de que el príncipe Maxon

estará más que contento de conocerte —le apreté la mano una vez más.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!