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La Seleccion - Kiera Cass

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Había decidido volver a mi máxima de antes: Aspen tenía prohibida la entrada en

aquel lugar. Lo aparté de mi mente y me centré en mi segunda persona favorita

del palacio—. Siento haberte hecho esperar. ¿De qué querías hablar?

Marlee dudó. Se mordió el labio y se sentó. No había nadie alrededor. Debía

de ser un secreto.

—En realidad, ahora que lo pienso, quizá no debería decírtelo. A veces se me

olvida que aquí estamos compitiendo las unas contra las otras.

Oh. Tenía secretos relacionados con Maxon. Eso me interesaba.

—Sé cómo te sientes, Marlee. Creo que podríamos ser muy buenas amigas.

No puedo verte como una rival, ¿sabes?

—Sí. Eres un encanto. Y a la gente le gustas. Quiero decir, que es muy

posible que ganes… —dijo, algo desanimada.

Tuve que hacer un esfuerzo para no hacer una mueca o reírme al oír aquello.

—Marlee, ¿te puedo contar un secreto? —le pregunté, con voz suave y

sincera. Esperaba que me crey era.

—Claro que sí, America. Lo que sea.

—No sé quién ganará esto. En realidad, podría ser cualquiera de las que

estamos en esta sala. Supongo que cada una piensa que puede ser ella misma,

pero sé que, si no puedo ser yo, quiero que seas tú. Pareces generosa y justa.

Creo que serías una gran princesa. De verdad —de hecho, prácticamente todo

aquello era verdad.

—Y yo creo que tú eres inteligente y un encanto —susurró ella—. También

serías una princesa estupenda.

Incliné la cabeza. Le agradecía que tuviera tan alto concepto de mí. Pero me

sentía algo incómoda cuando la gente me decía cosas así…, mamá, May,

Mary… Era difícil de creer que tanta gente pensara que y o pudiera ser una

buena princesa. ¿Acaso era la única que veía mis defectos? No era una persona

refinada. No sabía dar órdenes ni era muy organizada. Era egoísta y tenía un

carácter terrible, y no me gustaba aparecer en público. Y no era valiente. Había

que ser valiente para ocupar aquel cargo. Y de eso se trataba. No de un

matrimonio, sino de un cargo.

—Pienso cosas así de muchas de las chicas —confesó—. Como si todas

tuvieran alguna cualidad de la que y o careciera y que las hiciera mejores.

—De eso se trata, Marlee. Es probable que encontraras algo especial en cada

una de las chicas de esta sala. Pero ¿quién sabe qué es lo que busca exactamente

Maxon?

Ella meneó la cabeza.

—Pues no nos preocupemos de eso. Puedes contarme todo lo que quieras. Yo

te guardaré los secretos si tú guardas los míos. Yo te apoy aré y, si tú quieres, tú

me puedes apoy ar a mí. Estará bien tener una amiga aquí dentro.

Ella sonrió; luego recorrió la sala con la mirada, asegurándose de que nadie

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