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La Seleccion - Kiera Cass

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una chica misteriosa. Me emocioné. Le preparé una cena sorpresa, pensando que

así conseguiría que se me declarara. Estaba esperándolo.

» Pero cuando vio todo el dinero que me había gastado en la cena, se disgustó.

Es muy orgulloso. Quería ser él quien me diera todos los caprichos, no al revés, y

supongo que entonces vio que nunca podría hacerlo. Así que decidió romper

conmigo… Una semana más tarde, hicieron público mi nombre como una de las

seleccionadas.

Oí que Maxon murmuraba algo ininteligible.

—La última vez que lo vi fue en mi despedida —recordé, con la voz

entrecortada—. Iba con otra chica.

—¡¿Cómo?! —exclamó Maxon.

Hundí la cara entre las manos.

—Lo que me saca de mis casillas es que sé que hay otras chicas que le van

detrás, siempre las ha habido, y que ahora no tiene ningún motivo para decirles

que no. Puede que incluso siga aún con aquella del día de mi despedida. No lo sé.

Y no puedo hacer nada al respecto. Pero la idea de volver a casa y encontrarme

cara a cara con eso… No puedo, Maxon, no puedo…

Lloré y lloré, y él no me apremió para que dejara de hacerlo. Cuando por fin

las lágrimas empezaron a desaparecer, proseguí:

—Maxon, espero que encuentres alguien que te haga sentir que no puedes

vivir sin ella. De verdad. Y espero que nunca experimentes lo que puede ser vivir

sin esa persona, todo el esfuerzo que conlleva.

El rostro de Maxon era como un reflejo de mi propio dolor. Parecía

completamente desolado. Es más, furioso.

—Lo siento, America. Yo no… —ladeó un poco la cabeza—. ¿Es buena

ocasión para darte unas palmaditas en el hombro?

Su inseguridad me hizo sonreír.

—Sí. Es una ocasión perfecta.

Parecía igual de vacilante que el otro día, pero esta vez, en lugar de limitarse

a darme unas palmaditas en el hombro, se acercó y, sin saber muy bien cómo,

me abrazó.

—En realidad la única persona a la que he abrazado en mi vida es a mi

madre. ¿Lo hago bien? —preguntó.

Me reí.

—Es difícil dar un abrazo y hacerlo mal —pasado un rato, añadí—: Sé lo que

quieres decir. En realidad, y o tampoco suelo abrazar a nadie, salvo a mi familia.

Me sentí agotada tras aquel día tan largo, con aquel vestido, el Report, la cena

y la charla. Era agradable sentir el abrazo de Maxon, e incluso sus palmaditas.

No estaba tan perdido como parecía. Esperó pacientemente a que me calmara y

entonces se separó y me miró a los ojos.

—America, te prometo que te mantendré aquí todo lo que pueda. Sé que

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