18.12.2022 Views

La Seleccion - Kiera Cass

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Así pues, ¿ya sabe quiénes son?

—Solo algunas, solo algunas.

—¿Ha compartido su padre esa información con usted, señor? —preguntó

Gavril, dirigiéndose a Maxon.

—En absoluto. Yo las veré al mismo tiempo que todos los demás —respondió

el príncipe. Se notaba que intentaba ocultar los nervios.

Me di cuenta de que me sudaban las manos.

—Majestad —prosiguió Gavril, dirigiéndose esta vez a la reina—, ¿algún

consejo para las elegidas?

Ella mostró su habitual sonrisa serena. No sé qué aspecto tendrían las otras

chicas de su Selección, pero no podía imaginarme que ninguna fuera tan graciosa

y adorable como ella.

—Que disfruten de su última noche como una chica más. Mañana, pase lo

que pase, su vida cambiará para siempre. Y un consejo clásico, pero aun así

válido: que sean ellas mismas.

—Sabias palabras, mi reina, sabias palabras. Y ahora pasemos a revelar los

nombres de las treinta y cinco jóvenes elegidas para la Selección. ¡Damas y

caballeros, compartan conmigo la felicitación para las siguientes hijas de Illéa!

En la pantalla volvió a aparecer el escudo nacional. En la esquina superior

derecha había una pequeña ventana con la cara de Maxon, para ver sus

reacciones a medida que aparecían las caras en el monitor. Él ya estaría

haciéndose una idea sobre ellas, como todos los demás.

Gavril tenía un juego de tarjetas en las manos y se dispuso a leer los nombres

de las chicas cuyo mundo, tal como había dicho la reina, estaba a punto de

cambiar para siempre. La Selección empezaba en aquel mismo instante.

—La señorita Elay na Stoles, de Hansport, Tres.

En la pantalla apareció la foto de una chica menuda con rostro de porcelana.

Parecía toda una dama. A Maxon se le iluminó el rostro.

—La señorita Fiona Castley, de Paloma, Tres.

Esta vez era una morenita con unos ojos provocadores. Quizá de mi edad,

pero parecía más… experimentada.

Me giré hacia mamá y May, que estaban en el sofá.

—¿No os parece que es muy…?

—La señorita America Singer, de Carolina, Cinco.

Giré la cabeza como un resorte, y ahí estaba: la fotografía que me habían

tomado justo después de enterarme de que Aspen estaba ahorrando para casarse

conmigo. Estaba radiante, esperanzada, hermosa. Tenía el aspecto de una chica

enamorada. Y algún idiota debía de haber pensado que mi amor era por el

príncipe Maxon.

Mamá me gritó al oído y May dio un gran salto, llenándolo todo de palomitas.

Gerad también se emocionó y se puso a bailar. Papá…, es difícil de decir, pero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!