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Increíble. Y con mi madre ahí delante.
—Conozco la ley, señor. No soy tonta. Claro que soy virgen.
—Piénselo bien, por favor. Si se descubre que miente…
—¡Por amor de Dios, America nunca ha tenido siquiera novio! —exclamó
mamá.
—Así es —añadí, esperando así poner fin al tema.
—Muy bien. Pues necesito que firme este impreso para confirmar su
declaración.
Puse los ojos en blanco, pero obedecí. Estaba orgullosa de mi país, Illéa, más
aún teniendo en cuenta que aquel mismo territorio había quedado prácticamente
reducido a escombros, pero tantas normas empezaban a sofocarme, como si
fueran cadenas invisibles que me ataran. Ley es sobre a quién podías querer,
papeles que certificaran tu virginidad… Era exasperante.
—Tenemos que repasar una serie de normas. Son bastante sencillas, y no
deberían suponerle ningún esfuerzo. Si tiene alguna pregunta, no dude en hacerla.
Levantó la vista de su montón de documentos y estableció contacto visual
conmigo.
—Lo haré —murmuré.
—No puede abandonar el palacio por voluntad propia. Tiene que ser el
príncipe quien la descarte. Ni siquiera el rey o la reina pueden despedirla. Ellos
pueden decirle al príncipe que no es de su agrado, pero es él quien toma la última
decisión sobre quién se queda y quién se va.
» No hay un tiempo límite para la Selección. Puede ser cuestión de días o de
años.
—¿Años? —Reaccioné, consternada. La idea de estar lejos tanto tiempo me
horrorizaba.
—No hay de qué preocuparse. Es improbable que el príncipe alargue mucho
el proceso. En este momento se espera que se muestre decidido, y alargar la
Selección no le daría buena imagen. Pero si decidiera hacerlo, se le exigirá que
se quede todo el tiempo que necesite el príncipe para hacer su elección.
El miedo debió de reflejárseme en el rostro, porque mamá alargó la mano y
cogió la mía. El flacucho, en cambio, permaneció impasible.
—Usted no decide cuándo se encontrará con el príncipe. Será él quien la
busque para sus encuentros a solas si lo desea. Si se encuentra en un evento social
y él está presente, es diferente. Pero usted no debe presentarse ante él sin ser
invitada.
» Aunque nadie espera que usted se lleve bien con las otras treinta y cuatro
participantes, no debe pelearse con ellas ni sabotearlas. Si se descubre que le ha
puesto la mano encima a otra participante, que le ha provocado alguna tensión,
que le ha robado algo o que ha hecho cualquier cosa que pueda afectar a su
relación personal con el príncipe, estará en sus manos el echarla al momento.