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ventana, y yo solté una risita al sentarnos—. ¿Qué es tan divertido?
—Tú —respondí, sonriendo—. Es gracioso ver cómo te escaqueas del
trabajo. ¿Qué tienen de malo esas reuniones?
—¡Oh, America! —repuso, mirándome de nuevo a la cara—. No paran de
dar vueltas a las cosas. A papá se le da bien apaciguar a los asesores, pero es
muy duro orientar a cada comisión en una dirección determinada. Mamá
siempre le insiste para que dedique más recursos a educación (considera que
cuanto más educado estés, menos probable será que te conviertas en un
delincuente, y y o estoy de acuerdo), pero papá nunca consigue que se retire
financiación de otras áreas que podrían pasar perfectamente con menos
presupuesto. ¡Es frustrante! Y y o desde luego no mando, así que mi opinión suele
pasarse por alto —Maxon apoyó los codos en las rodillas, y la cabeza en las
manos. Parecía cansado.
Ahora comprendía un poco de su mundo, aunque, en el fondo, me resultaba
igual de inimaginable que antes. ¿Cómo podían no hacerle caso al futuro
soberano?
—Lo siento. Lo bueno es que en el futuro tendrás más influencia —dije,
frotándole la espalda para intentar darle ánimos.
—Ya. Siempre me lo digo a mí mismo. Pero es frustrante saber que
podríamos cambiar cosas solo con que nos escucharan —se lamentó.
Me costaba un poco oír su voz cuando la dirigía hacia la alfombra.
—Bueno, no te desanimes. Tu madre va por el buen camino, pero la
educación por sí sola no arreglará nada.
Maxon levantó la cabeza.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, casi como acusándome. Y tenía razón. Me
acababa de exponer una idea que había estado madurando, y y o se la había
echado por tierra. Intenté dar marcha atrás.
—Bueno, en comparación con los elegantes tutores que tiene alguien como tú,
el sistema educativo para los Seises y los Sietes es terrible. Creo que darles
mejores profesores o mejores instalaciones les haría un bien enorme. Pero ¿y los
Ochos? ¿No es esa casta la responsable de la may oría de los delitos? Ellos no
reciben ninguna educación. Creo que si tuvieran la sensación de que se les da
algo, lo que fuera, quizá sería un estímulo para ellos.
» Además… —hice una pausa. No sabía si un chico que lo había tenido todo
en la vida podría entender aquello—. ¿Alguna vez has pasado hambre, Maxon?
No quiero decir que tengas ganas de que llegue la cena. Quiero decir “morirte de
hambre”. Si no tuvierais nada de comida, ni para tu madre ni para tu padre, y
supieras que si le quitaras algo a alguien que dispone de más comida al día de la
que tú tendrías en toda tu vida podrías comer… En fin, ¿qué harías entonces? Si tu
familia dependiera de ti, ¿qué no harías por tus seres queridos?
Se quedó en silencio un momento. Ya había habido una ocasión —cuando